Santa Laura

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Gustavo Hernández López

Gustavo Hernández López

Columna: Opinión

e-mail: gusherlo@hotmail.com



Colombia ha celebrado con bombos y platillos la canonización de la Madre Laura. Su pueblo Jericó en Antioquía Colombia de donde es oriunda se convirtió de un día para otro en un municipio de fuerza turística y que tendrá que adecuarse para recibir tanto colombiano y extranjero, que quiere conocer toda la historia de esta mujer que pasó sin problema los filtros de Siervo de Dios, venerable, la beatificación y finalmente fue consagrada mediante la canonización como la Santa Laura. 

Con una niñez de pobreza y sacrificio, de violencia y amargura en el alma. Desde muy pequeña trabajó para sobrevivir. Aunque su memoria prodigiosa le permitía aprenderse las oraciones, no le gustaba rezar. Tuvo el rechazo de las autoridades departamentales y municipales, de los gamonales y terratenientes y también del sacerdocio y el obispado a sus deseos de servir a los demás, especialmente de prestarles ayuda a los indígenas y catequizarlos. 

La consideraron insensata y loca, con pensamiento masónico, dada su ansia de libertad, fraternidad e igualdad. No la escuchaban los prelados y por el contrario el Obispo Builes la persiguió y se opuso rotunda y públicamente a sus objetivos de redención con las comunidades Embera de Dabeiba.

Los recuerdos y manifestaciones de afecto y amor por parte de los indígenas son la demostración más palpable de su liderazgo. Su madre y seis amigas siempre estuvieron a su lado en la evangelización, que desde que llegó en ese plan sin ser aún religiosa le costó o le produjo innumerables dificultades, pues la recibieron con recelo y reserva.

Pero su bondad, su pasión por servir a la gente y en este caso a la población de indios antioqueños, acabó con la desconfianza y el miedo hacia ella. Poco a poco se los fue ganando y cautivando toda vez que los vistió, los educó, los alimentó y los hizo productivos enseñándoles a sembrar y cultivar frijol, maíz y yuca. Siendo así las cosas, de esa manera pudo inculcarles la fe de Cristo.

Pero algo importante y digno de resaltar es que respetó su cultura indígena, sus costumbres ancestrales, más les hizo ver la necesidad de la educación, habida consideración de que su íntima convicción no era otra cosa que la de maestra, es decir formadora, virtud que distingue al verdadero profesor del instructor. El primero forma y el segundo informa.

Quienes la conocieron de cerca, esto es familiares, hermanas de la Comunidad de las Lauritas, amigos y sus mismos indígenas, ponen de relieve su dulzura, su ternura, su buen humor, su simpatía, su espíritu de tender la mano, su facilidad para expresar sus criterios tanto en forma verbal como por escrito. Escribió su autobiografía, obra que ahora todo el mundo quiere leer.

No poseía grandes conocimientos, fue una autodidacta y el pragmatismo la acompañaba junto con su inteligencia. Jamás estuvo en una escuela y sin embargo fue educadora de niñas de familias acomodadas de Medellín y de las de menores recursos, concretamente las indígenas.

Manejó con resignación cristiana su prolongada y penosa agonía. Pasó muchos días de penitencia y ayuno, sin probar comida. Mostró lo que es el perdón al rezar rosarios por el asesino de su padre, amaba hasta sus enemigos.

Llegó a la santidad sin tropiezos y en un proceso veloz al lado de otros que han demorado doscientos y más años. No hubo polémicas, como por ejemplo las suscitadas con José Escriba de Balaguer por presuntos manejos oscuros de la obra o Juana de Arco cuya canonización se dice que fue por razones políticas y no religiosas. Todo en ella fue claro y transparente, nadie duda de sus virtudes para haber sido canonizada.

Las misioneras Lauritas están en 21 países de América Latina, Europa y Africa. Uno de sus primeros milagros que la popularizó, cuenta una hermana de su comunidad, tuvo que ver con una señora Herminia González quien visitó la habitación de la Madre Laura, teniendo ya metástasis de un cáncer de útero y al día siguiente empezó su mejoría y cuando le hicieron los exámenes al poco tiempo, los médicos se sorprendieron, puesto que ya estaba curada.

Pero el principal milagro se relaciona con un médico Eduardo Restrepo, desahuciado, quien se recuperó contra todo pronóstico galeno, la misma medicina no encuentra explicación a esta salvación, de ahí que se considere absolutamente milagroso, por cuanto hoy se encuentra trabajando normalmente en su profesión.

Esperemos que las bendiciones de esta santa colombiana, nos sirvan para que el país se reconcilie consigo mismo, que si hay paz que sea la justa y duradera y que repare las víctimas. No aquella que genere impunidad y más guerra. Que nos haga pensar más en nuestra querida Colombia, en lo que más nos conviene dentro del sistema democrático para que el país tome con firmeza y seguridad por el sendero de la prosperidad y el progreso.