Ley de la transitividad

Columnas de Opinión
Tamaño Letra
  • Smaller Small Medium Big Bigger

Escrito por:

Jorge García Fontalvo

Jorge García Fontalvo

Columna: Opinión

e-mail: jgarciaf007@hotmail.com



Desde hace varios días escucho hablar al señor Presidente de la República, y a sus sabios asesores, una serie de barbaridades que simplemente dan tristeza, pues oír a una persona tan inteligente como él, (bueno al menos eso creía hasta hace un tiempo) hablar acerca de los oportunistas que se pretenden subir al tan sonado bus de la paz es vergonzoso, sobre todo si se tiene en cuenta qué tipo de paz desea cosechar.

A mí que no me salgan con el cuento chino de que un día para otro se convirtió en un pacifista, aunque eso no tiene nada de extraño, pues cualquier persona puede hacer cambios trascendentales en su vida cuando alcanza a entender el verdadero significado de ésta (especialmente si advierte que no está haciendo las cosas bien). Que conste que le doy el beneficio de la duda.

Ese cuento no se lo creo, porque hasta hace un par de años era un perseguidor innato de la subversión (por lo menos eso nos hacia creer). Ahora cuando está empeñado en la reelección no se atreve a decirlo públicamente, pero le carcome el alma saber que pasará a la historia como un mediocre más, pues hasta el momento no sabe cómo lograr tal objetivo o quizá, cómo ganar el premio nobel. Como lo ven hoy el asunto es de otro color, ¿cuál color? El color de la hipocresía por supuesto.

O es que acaso no se acuerdan de la vehemencia con que hablaba en el pasado cuando daba golpes certeros contra las Farc y el Eln (bueno él no, el Ejército y la Policía Nacional). En esa época, era necesario acabar con los asesinos de Colombia a cualquier precio, claro eso sucedía cuando sus amiguis del Alba no presionaban para que lo juzgaran por el bombardeo a Raúl Reyes.

Hoy, cuando se siente presionado por sus nuevos mejores amigos, aunque no creo que estos señores se relacionen el Alba o la luz, sino con la oscuridad, cambia el discurso patriótico por uno cargado de retórica e hipocresía. Verdaderamente este señor salió más falso que los que le antecedieron, y aún más falso que esos alcaldes que se esconden por ahí para engañar a la gente con discursos baratos, mientras trabajan secretamente con paramilitares, bandas criminales o la guerrilla.

Ellos piensan que nadie los está viendo, que se olviden de eso, porque el pueblo ve todo lo que hacen, además, por allá arriba hay alguien que en algún momento les llamará a rendir cuentas. No lo olviden, ese tipo de justicia llega porque llega; primeramente en la tierra, después, no sé.

Ese tipo de justicia ya llegó para el señor Santos por vender la patria colombiana y por asociarse con un montón de políticos deshonestos que al igual que él, hoy dicen una cosa y mañana otra. Es decir, juegan según las conveniencias les indiquen. Fariseos desacreditados. ¿No se llama acaso esto corrupción? Si.

¿Cómo pretenden hoy vender, bueno vender no, regalar el país a los asesinos de Colombia?, o sea a los colombianicidas de las Farc, el Eln y además a sus nuevos mejores amigos del ocaso, digo del Alba, entonces pueden desvirtuar cuando se les dé la gana, las críticas del pueblo y sus opositores aduciendo que los que no están con ellos son enemigos de Colombia. Ni que fueran el señor Jesús.

Que desfachatez la de este señor y la de los políticos torcidos que dicen cada vez que quieren, que la gente es enemiga del país o de una ciudad simplemente porque no se comparten sus opiniones corruptas o no se aceptan sus indignas actuaciones.

Según el presidente Santos, su grupo de lagartos y ciertos dirigentes municipales y departamentales que he visto por ahí, los que no están de acuerdo con ellos son enemigos de Colombia. Aplicando la propiedad transitiva: Si Santos es presidente de Colombia y usted, según él lo dice, es su contradictor u opina libre de toda suspicacia, usted es enemigo de Colombia o del municipio. ¡Qué belleza!, como se acomodan.

Bendito sea este país que nos da tantas historias que contar. Y bendito seas tú Señor que no permites que nos metan el dedo en la boca. A opinar libremente Colombia y no consientan que los corruptos castren sus ideas. Recuerden: Un pueblo que piensa por sí mismo es un pueblo feliz, porque deja atrás la ignorancia y se libera del yugo de la corrupción.