Capital humano Vs. desigualdad

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Ricardo Villa Sánchez

Ricardo Villa Sánchez

Columna: Punto de Vista

e-mail: rvisan@gmail.com



En días pasados el presidente Santos anunció que Colombia de un momento a otro, pasó del tercero a ocupar el séptimo lugar en Latinoamérica en desigualdad y del sexto en el mundo al número 19, considerándose el segundo país entre cerca de 48 países que más redujo el índice de Gini. Para muchos, excelente noticia, que nos coadyuva a avanzar en los proceso de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (Ocde), sin embargo, no sólo de estadísticas vive el hombre.

Para la muestra un botón, nuestro departamento del Magdalena, en donde la incidencia de la pobreza está en el 58,08%, mientras que en la franja de la pobreza extrema, de una población de 1.201.386 habitantes, se encuentran aproximadamente 282.557 personas, es decir el 23,5%, casi doblando el indicador nacional que se ubica en 12,30%.

Si seguimos con datos más aterradores, el Índice de Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI), se encuentra en 47,7% en el departamento, mientras que en su capital Santa Marta está en el 29,03%, con municipios en los que este mismo índice raya en la inmoralidad, como Pijiño del Carmen con NBI de 83,16%, Nueva Granada con 83,00% y Santa Bárbara de Pinto con 80,25% y ni hablar del Índice de Pobreza Multidimensional (IPM), que según el Pnud con cifras del Censo 2005, se encuentra en 70,0%, pero en municipios como Nueva Granada, Zapayán y San Zenón supera el 94%, sin quedarse atrás Santa Marta donde prácticamente una de cada dos personas está en IPM, es decir, el 49%.

No obstante, estos aterradores guarismos, urbi et orbi, como diría Saramago, es decir que una aldea tiene el tamaño exacto del mundo para quien siempre ha vivido en ella, la tasa de desempleo en el departamento no sobrepasa los dos dígitos (7,8%) y si es por estos datos del Dane, en sus principales indicadores del Mercado Laboral, a 2012 casi llegamos al pleno empleo y cumplimos los Objetivos de Desarrollo del Milenio, en un departamento en que el 72% de la población vive en cabeceras y el 28% en el resto y donde Santa Marta y Ciénaga concentran más del 50% de la población urbana del mismo, en una economía concentrada especialmente en la capital y basada en servicios, transporte, infraestructura, logística, comercio y turismo pero con una tasa de informalidad laboral que sobrepasa el 72% y de informalidad empresarial cercana al 64%, mientras el resto del departamento sobrevive en una economía rural-agropecuaria, minera y pesquera.

A pesar de muchos esfuerzos, como que en el actual Plan de Desarrollo se incluye una estrategia de superación de la pobreza, enmarcada en el concepto internacional de la OIT sobre el Trabajo Decente, con apuestas productivas identificadas en los sectores de la agroindustria, el turismo, la infraestructura, la logística del comercio internacional y en la ciencia, la tecnología y en la innovación, según estos mismos datos del Dane (cálculos con base Geih, 2011), en el departamento del Magdalena el 69,0% de las personas en un hogar cuyo jefe tenía hasta educación básica primaria o menor, eran pobres, si es bachiller o técnica sólo el 53,3% y 24,3% respectivamente y si es profesional o con estudios de postgrado baja al 11,4%, teniendo en cuenta que en Santa Marta, según el Ministerio del Trabajo, cerca de 6000 niños y adolescentes entre 5 y 17 años trabajan, lo que equivale a una tasa de trabajo infantil del 5,5%.

Todo lo anterior, enmarcado en un departamento en que según el Observatorio Laboral para la educación del Ministerio de Educación Nacional ni siquiera el 1% a 2011, del total de su población con posibilidades de estudiar, hizo maestría, ?no hay datos sobre doctorados?, el 8,9% especialización, el 57,3 Universitaria, el 25,6% tecnológica y el 7,7% técnica profesional y en el que en la capital según fuentes oficiales del Instituto Colombiano para el Fomento de la Educación Superior (Icfes), a 2010 tan solo dos instituciones oficiales del distrito alcanzaron el escalafón de Alto en las pruebas de acceso a la educación superior en Colombia, 63 instituciones educativas se ubicaron en el nivel de Inferior y 29 colegios en la categoría Muy Bajo, en una ciudad que según cifras del Observatorio del Caribe, mientras el promedio en 22 capitales colombianas de la calidad en la educación de los colegios es de 28,3%, Santa Marta llega apenas al 10,7%, ubicándose en el temido último lugar en la costa Caribe.

Muchos autores y países como Japón, entre otros, han basado su modelo económico en la educación, como primer escalón hacia el progreso. Han sido conscientes, y la historia les ha dado la razón, de que invertir en una educación de calidad, es la base para generarle igualdad de oportunidades a las mayorías. Una educación que no sólo les permita capacitarse para trabajar sino también para ser mejores ciudadanos, líderes, agentes de la transformación y buenos jefes de hogar, así como transmitirles a su descendencia esos valores del esfuerzo, el emprendimiento y la investigación aplicados a la productividad y a la competitividad; la dedicación, la cultura y el humanismo, en un círculo virtuoso, con eslabones de acero que le hacen frente a la trampa de la pobreza. Ojalá sigamos esa senda, porque con hambre, sin oportunidades y sin calidad de la educación, no hay desarrollo, y si vamos más allá, sin desarrollo humano, no hay paz.