Durante los últimos días hemos venido escuchando por doquier, acerca del plan de ajustes económicos incorporado por el gobierno nacional dentro del marco de la política de prosperidad democrática, el cual tiene como fin entre otras cosas: mejorar el desempeño de algunos renglones de la economía que se encuentran rezagados con respecto a otros.
Es cierto que algunos sectores viven momentos difíciles que entorpecen su desempeño adecuado y que por ello es necesario concretar las correcciones que se consideren pertinentes para superar esos fallos. Pero, ¿y de la gente maltratada de este país qué? ¿Cómo se pretende solucionar un problema a partir de esquemas que en nada contribuyen con la justicia social? ¿A quién pretendemos engañar con el cuento de los planes de ajuste económico?
No nos digamos mentiras, el problema que vive la sociedad colombiana no puede ser resuelto con paños de agua tibia, es decir, a partir del impulso del crecimiento económico y la productividad. También es necesario inducir la búsqueda de elementos sustanciales que garanticen la justicia y el desarrollo social y humano de todas las comunidades por igual.
No vengan con el cuento rebuscado de que si a la economía le va bien, al país le va bien. Eso no es cierto, si a la economía le va bien, principalmente a los del billete les va bien. Porque los pobres siguen igual de jodidos.
El verdadero problema no es que Colombia se haya estancado en los temas que atañen a la economía, sino que la corrupta dirigencia colombiana no ha sido capaz (en doscientos años) de atender las necesidades básicas de los más pobres y sufridos.
No sé si el pueblo esté dispuesto a creer nuevamente en espejismos, pero de lo que si estoy completamente seguro (espero que no sea así), es que los dos, tres o cinco billones de pesos dispuestos para ejecutar semejante fraude quedarán nuevamente en manos de los explotadores de Colombia.
Si señores, en las manos de contratistas descarados y corruptos como los Nule, o en las manos de algunos sinvergüenzas que llegan a los cargos públicos únicamente con la intención de despojar a los entes territoriales de las pocas riquezas que tienen. Lo más aberrante de esto, es que estos timadores acceden a esos puestos únicamente para beneficiar a sus familiares, colaboradores y especialmente a los coparti-darios de los movimientos políticos en los cuales participan deshonestamente.
¿Quién dijo que un servidor público se debe esencialmente a un movimiento o partido político? No señor, eso no puede ser cierto. Los representantes del pueblo se deben al pueblo y no a sus compinches. ¿O es que acaso vamos a continuar con la trampa de la política para seguir usufructuando las riquezas de la nación? Espero que esto algún día termine, porque el pueblo ya no aguanta más ultrajes señores dirigentes.
No mas mentiras Colombia, pues no se puede garantizar la prosperidad nacional con el cuento de un plan de ajustes económicos destinado a enriquecer a los más ricos. Es decir, a los mismos desalmados de siempre, a quienes lo único que les importa es llenar de dinero los miles de bolsillos que tienen sus pantalones, mientras ofrecen empleos mal remunerados y además no atienden la seguridad social y el bienestar de sus empleados. Ya está bueno de tanta mentira, pues lo que Colombia realmente necesita es combatir con buenas y honestas intenciones (no con armas o ideas perversas), la desigualdad y la injusticia.