La lealtad

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Gustavo Hernández López

Gustavo Hernández López

Columna: Opinión

e-mail: gusherlo@hotmail.com



Es una condición humana, una cualidad infortunadamente sui generis, dado que contrariamente a aquello que se piensa no es el común denominador de la gente sino por el contrario son pocos los que la poseen, la practican y hacen honor a ella.

No se puede ser algo leal, medianamente leal, ligeramente leal o medio leal. Es una virtud integral, es decir la persona es leal o no lo es. Debería ser lo normal en la actitud de todos los seres en la tierra, no importa su raza, su credo religioso, su posición ideológica o su nacionalidad.

Los padres con sus hijos y los hijos con sus padres en su relación de amor están obligados a plasmar entre ellos la lealtad. Los esposos entre sí o en toda relación de pareja en todos sus actos o en su diario transcurrir deben caminar dentro del sendero de la lealtad. Los hermanos siempre tienen que ser leales entre ellos. Los ciudadanos entre sus deberes con su país principalmente y en primera instancia no pueden sino dar fe de ella y por consiguiente actuar en función de ella.

Los empleados con su empresa y la empresa con sus colaboradores para que exista una unión de respeto recíproco y haya sentido de pertenencia requieren lealtad ante todo y sobretodo. Los soldados con sus comandantes y estos con sus subordinados en forma permanente juran ante la bandera la lealtad característica primordial en esa profesión. En la amistad un factor vital es justamente la lealtad.

Los políticos sí que están con esa obligación de lealtad frente a quienes los eligieron. Ellos al igual que los militares no pueden sino ser leales para con su patria. Los magistrados y jueces y los altos funcionarios del estado en el catálogo de sus funciones o en el ejercicio de las mismas no podrían sino actuar en consonancia con la lealtad. Los deportistas teniendo el norte de la lealtad se esmerarían y se esforzarían para cumplir con sus equipos de esa manera. Todos los profesionales deben pregonar, exaltar y reafirmar con sus actos la lealtad consigo mismo y con su carrera.

Pero lo triste del asunto es que son contados con los dedos de la mano en todas las actividades y situaciones los que de verdad son leales y piensan y actúan con ese criterio. Quienes así lo hacen son merecedores de las congratulaciones y el reconocimiento de una nación, de un conglomerado empresarial, de unos aficionados e hinchas, de unos familiares, de sus amigos, de unos ejecutores de acciones, en fin de los que están estrechamente vinculados con ellos.

No debe dudar jamás el ser humano, mujer u hombre en su vida normal en todas sus relaciones cualesquiera que ellas sean, en decirle en su relación de arriba hacia abajo o de abajo hacia arriba o en el mismo plano, la pura y neta verdad.

Significa lo anterior simple y llanamente que cuando se tiene en cuenta la lealtad, hay que decirle a los interlocutores familiares, empresariales o en el campo más amplio a sus conciudadanos, las cosas buenas y malas, hacerle las respetuosas, amorosas y cariñosas observaciones si es necesario, con el fin de que se acierte en sus decisiones, para que se tenga el rumbo adecuado o se enderece con miras a lograr sus objetivos o a mejorar sus relaciones familiares, empresariales o de mayor envergadura en el caso de los altos intereses de su pueblo.

Quien valora y sabe el contenido o el fondo de esa palabra lealtad y consecuentemente su conducta o sus actos son inherentes a ese conocimiento de causa y a esa manera de pensar, puede tener la certeza absoluta de que apreciará en todo momento las satisfacciones personales, los logros de toda índole, la gratitud de la gente, el prestigio profesional y especialmente tendrá la conciencia tranquila de haber hecho lo que toca en esa materia en cuanto a la lealtad se refiere.

Sigamos los ejemplos de lealtad, seamos leales con el prójimo y con nosotros mismos. Hagamos propósitos de lealtad. Propongámonos a ser leales en todas las horas y en todas las circunstancias. Así como el ejercicio físico fortalece la vitalidad corporal, en la misma forma una disposición de lealtad vigoriza la mente y el espíritu.

Nunca nos arrepentiremos de ser leales y consecuentes con ese pensamiento, mientras que de otra manera el malestar interno afectará enormemente e incluso repercute en la intranquilidad espiritual, que sin duda tendrá repercusiones serias en su misma salud.

Aunque la lealtad es una connotación esencialmente de nuestra propia naturaleza, a propósito del tema no dejemos de mencionar a aquellos animales domésticos, particularmente los perros y los caballos, los cuales nos hacen ver en grado sumo su nobleza y lealtad, a pesar de que muchas veces no les dan ese trato reciproco que ellos se merecen.