Insurrección intelectual

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Eduardo Verano de la Rosa

Eduardo Verano de la Rosa

Columna: Opinión

e-mail: veranodelarosa@hotmail.com



Llamó poderosamente la atención en los medios académicos y políticos la entrevista al profesor de Harvard, Roberto Mangabeira, intelectual brasilero que analiza el desarrollo económico y social en América Latina.

Queremos destacar el énfasis y la importancia de desarrollar nuestro modelo económico y político basándose en un pensamiento propio que aproveche la energía creativa de los países del sur y del centro de América.

Sin ese proyecto propio siempre estaremos copiando modelos económicos y políticos que no se ajustan a las verdaderas necesidades de nuestros países y, por lo tanto, nunca serán exitosos.

Así mismo, habló sobre la importancia de democratizar las oportunidades, es decir, que lleguen a todos sin excepción, especialmente, en materia de educación y en oportunidades económicas que construyan una sociedad realmente más equitativa y más justa.

Criticó los proyectos políticos y económicos que únicamente se fundamentan en mejorar las condiciones de vida de una sociedad y que se enfatice en lo meramente estadístico; para lo cual, únicamente se limitan a realizar transferencias de recursos que impacten sobre esas estadísticas sociales que hacen creer que se está mejorando, ficticiamente, una parte de la sociedad. Eso va contra la ética. La política debe trabajar real y verdaderamente en cambiar la situación de vida de la gente de Suramérica y el Caribe.

Por lo tanto, no es lógico hablar solamente de fortalecer el ingreso total del Estado, ya que obviamente cada vez más va a requerir de un mayor volumen de ingresos para poder atender los requerimientos del desarrollo económico y social de un país.

Se trata, entonces, de impulsar una filosofía política correcta que se enfoque en cómo invertir el presupuesto para mejorar las condiciones de vida de los más pobres y en fortalecer la economía.

Es muy importante que se brinden oportunidades e instrumentos a las clases más deprimidas para que puedan salir adelante. Los modelos neoliberales son falacias en la parte redistributiva y lo que buscan son meras compensaciones para tratar de aliviar la situación, pero, no van al fondo del problema: la pobreza en Suramérica y el Caribe.

El verdadero potencial de cambio debe dar un vuelco hacia una política democrática económica: Un modelo de política democrática real y no simplemente que se anteponga la partícula 'social' como una especie de endulzamiento del modelo económico para hacerlo parecer como que va a impactar a las clases menos favorecidas y realmente no lleva ese enfoque.

La intelectualidad suramericana debe unirse y construir una teoría económica que mejore el sistema existente. Una especie de rebeldía intelectual con un interés mucho mayor en la gente y en sus condiciones de vida.

Es lo que nos corresponde en Latinoamérica. Hay que buscar ese modelo de Estado como proyecto colectivo de América Latina, la verdadera unión y de apoyo mutuo y no simplemente tratar de sostener unas relaciones comerciales que no van a solucionar los problemas de fondo como la pobreza. Es una tarea honesta y necesaria.

Los bloques de países en Sur América y el Caribe no han logrado consolidarse como se requiere en este momento postmoderno: Mercosur, Unasur y el Alba requieren fortalecerse. Son una especie de cuerpos sin espíritu que no han alcanzado la estatura que deben tener.

Si bien es cierto que en Sur América y el Caribe se ha consolidado la democracia, que no hay graves problemas por disputa de límites entre los países, es justo reconocer que el proceso de integración económica como tal no ha funcionado. Hay reuniones de presidentes y autoridades y se han creado cada vez más instancias, pero el afán de las medidas proteccionistas ha primado y ha conducido a excesos de acuerdos al libre comercio que poco ha ayudado a la consolidación de la integración Latinoamericana.

Es pertinente propender por una Latinoamérica con un modelo común de Desarrollo, con un sistema económico común, pero para lograrlo, se va a requerir de una insurrección intelectual.