Pacilia

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Ricardo Villa Sánchez

Ricardo Villa Sánchez

Columna: Punto de Vista

e-mail: rvisan@gmail.com



"La Confianza ha de darnos la paz. No basta la buena fe, es preciso mostrarla, porque los hombres siempre ven y pocas veces piensan".

Simón Bolívar.

¿Se podría pensar en fundar una nueva ciudad, estilo Brasilia, en la que se concentren todos los desmovilizados, auspiciadores, colaboradores, redes, simpatizantes, etc., de las guerrillas? Una experiencia piloto en la que se les permitiría participar en política en esa especie de Distrito o zona especial de paz en el marco de la democracia, de la ejecución de las normas y no de las personas.

En ese lugar imaginado, es donde podrán predicar y vamos a ver si a practicar, en un espacio en el que lo que han propuesto y defendido desviadamente, lo apliquen en la realidad y sean consecuentes con los sanos principios y valores, desde la institucionalidad y no desde la subversión política, oposición sistemática, abstención política e insurgencia armada.

En desarrollo de la Constitución de 1991, esta región de paz, tendría cierta autonomía administrativa y fiscal, sometidas al imperio de la ley y, como diría Bobbio, a las reglas procedimentales de la democracia. En ese sentido, pago por ver ¿cómo preservarían el equilibrio de poderes, o se enfrentarían a la resistencia civil pacífica?, ¿cómo repararían a sus víctimas con verdad, justicia, garantía de no repetición y dignidad? ¿Cómo avanzarían en la consolidación del Estado Social y Democrático de derecho, con respeto a la opinión y reconocimiento a la existencia del otro, como sujeto de derechos, deberes obligaciones y garantías, y como actor político?

¿Cómo preservarían el orden público, lucharían frontalmente contra el narcotráfico y otras formas de economía subterránea?, ¿cómo interiorizarían el respeto a la vida o reconocerían los derechos de un esquema gobierno- oposición?, por ejemplo, ¿Cómo harían si tuvieran representación en el cabildo de concejales de tendencia 'Centro Democrático'?

¿Será que en la rigidez de la administración pública, podrán formular políticas públicas que permitan redistribuir la riqueza, superar la cuestión agraria de la que hablaba Fals Borda, y luchar eficazmente contra la pobreza? ¿Será que si podrán establecer otras formas de hacer política?, ¿Será que podrán combatir la corrupción y evadir la máxima de los "filósofos" Nule de que haría parte de la condición humana? ¿Será que podrán avanzar en la equidad, hacer un gobierno participativo, coherente, inclusivo? ¿Será que dejarán de ser autoritarios, como una milicia vertical y serán capaces de gobernar dentro de la democracia?, marco en el cual deberán permitir la alternancia de poderes, el relevo generacional y renovar la gobernabilidad.

¿Cómo harán para manejar el erario, construir consensos y respetar el disenso cuando hagan parte del establecimiento?, ¿Si fomentarán el bienestar general, cumplirán con sus deberes o transformarán el sistema desde las instituciones?, ¿cómo resolverán los conflictos diarios sin combinar las formas de lucha?, ¿cómo administrarán la burocracia? Nada más pensar en un consejo de seguridad en el que su interlocutor válido sea la fuerza pública, da para mucha tela que cortar o ¿si fluirán los escenarios de diálogos, articulación, concertación y decisión con los gremios productivos, con los partidos políticos, con los medios de comunicación, con los empresarios, con las organizaciones de la sociedad civil, con la comunidad internacional, con la academia, con los demás actores claves, con el pueblo?

Tantas preguntas que sólo nos podrá responder un escenario de solución dialogada del conflicto armado a través de un proceso de paz.

Asuntos cómo el respeto a la cosa pública que es de todos, el ejercicio del sufragio y de los derechos políticos, la prestación de servicios públicos de calidad, la pirámide de la inversión social, la erradicación de las mafias, el fomento a instituciones fuertes, incluyentes, legítimas. La sana convivencia.

Al punto en que hasta se podría pensar en no sólo incluir a los reincorporados de las guerrillas sino en el marco de estos grandes acuerdos por la paz y por una nación justa, moderna, segura, equitativa y democrática, también a otros actores armados que pacten rechazar la violencia como forma de lucha política, sean conscientes de que la única manera de tomarse el poder, es por la vía de las urnas en un sistema democrático, y para que participen en este experimento de un espacio hipotético de postconflicto, quizás un ágora de reconciliación o un cóctel molotov.



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