El Zar de la impunidad

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Escrito por:

Germán Vives Franco

Germán Vives Franco

Columna: Opinión

e-mail: vivesg@yahoo.com



Se murió uno de los grandes. Si, se murió uno de los grandes delincuentes, o polémico empresario para ser políticamente correcto, que ha tenido Colombia en el último medio siglo.

Se fue uno de los íconos del bajo mundo. Nada más y nada menos que el primer Zar que tuvo Colombia y el único que ha tenido poder, el Zar de Las Esmeraldas, el temido Víctor Carranza.

Como pocos, Carranza encarnó y fue autor de muchos de los hechos de horror que padeció Colombia en su historia reciente.

Su muerte por causas naturales y sin haber pagado un solo día de cárcel por las atrocidades cometidas, y que nadie nunca pudo probar, son una burla para la sociedad colombiana; su muerte es símbolo de impunidad, símbolo de una justicia que tiene la clase equivocada de ceguera y que está a la venta, y de un estado que por acción o por omisión coopta a cierta elite delincuencial, perdón empresarial.

A diferencia de muchos otros "polémicos empresarios" que terminaron muertos o extraditados, parece ser que Carranza nunca desafió al estado. Todo lo contrario, flota en el ambiente la sospecha de que colocó su imperio al servicio del mismo.

Esto explicaría por qué nunca nadie le tocó un solo cabello, y de hecho era celosamente custodiado. Un Zar al que nadie se atrevía a tocar, y que contaba con gran simpatía dentro de ciertos altos círculos del país. Por la plata baila el perro.

En mi opinión, Carranza fue uno más de los numerosos ciudadanos que solo son honestos por falta de pruebas. Uno más de esos que todo el mundo sabe son menos los que deberían saber, es decir, la Fiscalía y las autoridades.

El tema no es de menor cuantía, ya que pone en el ojo del huracán al estado, a la justicia colombiana. Es imposible creer que Carranza fue tan astuto, tan astuto que durante cinco décadas siempre se salió con las suyas y burló a las autoridades.

No, esto no tiene sentido. Muchos antes que él lo intentaron, y siempre fueron o derrotados por el Estado o sometidos por la justicia para que pagaran por sus crímenes o murieron huyendo. La impunidad y relativa tranquilidad de que gozó Víctor Carranza en vida es una acusación grave contra el Estado y la justicia colombiana.

Hay que llegar al fondo del asunto y saber quiénes y por qué protegieron a Carranza durante cinco décadas. Colombia debe saber la verdad sobre por qué Carranza era intocable. ¿Qué es lo que no nos han contado? ¿Quién era realmente Víctor Carranza? ¿Cuál era su verdadera relación con el Estado colombiano, incluyendo Fuerzas Militares, DAS?

Como lo dije al principio de esta nota, Carranza fue el autor, el mecenas o protagonista principalísimo de muchas cosas malas que sucedieron en el país y que aún no terminan de ser aclaradas, entre otras de grupos paramilitares que sembraron terror, muerte y desolación en muchas regiones.

Ante la falta de certezas, de respuestas claras, es muy fácil caer en el terreno de las suspicacias y llegar a la conclusión de que Carranza podría haber sido una de esas alianzas inconfesables que concertó el establecimiento con el bajo mundo en su afán por combatir ciertos factores desestabilizadores. Solo esto es capaz de explicar la impunidad de que gozó Carranza hasta su muerte.

Si esta no es la explicación y Carranza no fue aliado del Estado colombiano sino que simplemente se burló toda su vida del mismo, entonces solo nos queda concluir que nuestra justicia y quienes la aplican no sirven para nada. Si Carranza con todo lo que hizo no pagó un solo día de cárcel, entonces nadie en Colombia debería pagarlo para no ser injustos.

Sería lamentable que la muerte de Carranza se convirtiera en la oportunidad de oro para que aquellos que tienen rabo de paja, intenten pasar y olvidar esta página de nuestra historia. Esta debería ser la oportunidad para buscar y desenterrar la verdad.

Por décadas, muchos colombianos, haciendo gala de la malicia indígena que nos caracteriza, hemos intuido que en toda esta historia hay algo muy raro y turbio que tarde temprano tendrá que ser revelado.