Importancia del 9 de abril para Colombia

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Escrito por:

César Serpa Vega

César Serpa Vega

Columna: Opinión

e-mail: cesarserpavega@yahoo.com



Colombia es un país único en muchos aspectos: en recursos naturales, en calidad y creatividad humana, etc.; pero desafortunadamente también es sui generis en la extrema situación de exclusión social, política y económica de sus habitantes.

El 9 de abril simboliza y aglomera de forma impactante y dolorosa esa exclusión histórica, porque ese día del año 1948 fue asesinado Jorge Eliécer Gaitán Ayala, el líder que amalgamaba y representaba en ese momento los anhelos y esperanzas de las mayorías sociales (trabajadores, campesinos, indígenas, amas de casa, estudiantes, desempleados, habitantes de la calle, víctimas y desplazados por la violencia, etc.).

El 9 de Abril también es básicamente una fecha para que todos los colombianos recordemos que en la actualidad no hemos podido saldar la deuda histórica con la mayoría de nuestros compatriotas, y por lo cual luchaba Gaitán. Aún hoy persisten unos vergonzosos indicadores sociales, por ejemplo: pobreza (aproximadamente 35% de la población total, según cifras del Dane), indigencia (11% aprox.), desigualdad social -acceso desigual a todo tipo de recursos- (55% aprox.), entre los más representativos. Lo anterior denota un rotundo fracaso en las intenciones de nuestro llamado "Estado Social de Derecho", ya que en la práctica no se estarían cumpliendo sus principios básicos de bienestar general.

Tan grande es el lastre, la carga y el remordimiento de nuestra conciencia colectiva, que Colombia tiene que conmemorar el 9 de abril de cada año, como una especie de catarsis, expiación de culpas ó golpes de pecho ante nuestra precaria, deprimente y preocupante situación social.

En el caso específico de nuestro ineficiente sistema político, el asesinato de Gaitán nos recuerda las profundas heridas que deja la terrible exclusión social, la cual puede considerarse sistemática ya que el actual modelo electoral así lo propicia. Gaitán es un símbolo de lo inequitativo que es nuestro país en cuestiones democráticas.

Este año se le ha adicionado a esa emblemática fecha, otro acontecimiento no menos importante y por demás complementario, como es la marcha por la Paz. Como es de conocimiento público actualmente se están desarrollando en Cuba unas conversaciones entre el Gobierno Nacional y la guerrilla de las Farc, con el objeto de configurar un acuerdo de Paz coherente, firme y duradero; para el bien de toda Colombia. No está de más recordar que llevamos más de medio siglo en guerra mayoritariamente rural y que por ende ya es necesario, suficiente y pertinente un final definitivo para este problema.

La marcha no solo tiene como objetivo mostrar un masivo apoyo colectivo a los diálogos de Paz, sino que también busca llamar la atención mundial de nuestros principales clamores sociales los cuales en su mayoría buscan más oportunidades de acceso a los derechos fundamentales, políticos y económicos; en resumen, los ciudadanos nos movilizaremos por una sociedad y un estado más equitativo y justo; fruto de un buen proceso de Paz.

Es imperativo resaltar la importancia de ésta marcha o movilización ciudadana para que no haya motivo de confusiones ó tergiversaciones como las que ya se han presentado últimamente por parte de algunos sectores interesados fundamentalmente en que se cancelen los diálogos de Paz y que las partes se levanten de la mesa -ó que se tire el tablero, como se dice en términos bélicos-. Lo primero que debe hacerse es contextualizar ó ubicar en el espacio-tiempo actual, la realidad del conflicto armado en Colombia. Se ha demostrado en la práctica real y estadística, que los intentos por derrotar a las guerrillas colombianas por la vía armada han sido insuficientes.

Esta verdad de a puño debe conducirnos como sociedad (y no sólo al gobierno de turno), a debatir cual es el camino alternativo a seguir si de verdad queremos superar esa pesadilla. Si no aceptamos las realidades por duras que sean, jamás vamos a aplicar los correctivos necesarios y efectivos para superar los problemas. Sin renunciar a los mandatos legales y constitucionales por supuesto, la sociedad y el gobierno nacional deben explorar los caminos de Paz que sean posibles y necesarios.

No podemos seguir escuchando a aquellas élites que defienden sus comodidades y su statu quo a punta de argumentos violentos. Por eso es sumamente necesario escuchar mucho más a las víctimas directas del conflicto armado, las cuales con toda seguridad preferirán que les cuenten la verdad de lo acontecido en la guerra, que les digan en donde están los cadáveres de sus seres queridos asesinados para sepultarlos y descansar, que les restituyan sus derechos, sus bienes y patrimonio para poder continuar con sus vidas. Seguramente prefieren lo anterior que más plomo, venganza y odio.

Lastimosamente la oposición a los diálogos de Paz la están ejerciendo poderosos sectores políticos y económicos de forma egoísta e interesada. Son tan miopes que han reducido el debate a una cuestión electoral y reeleccionista, desconociendo un clamor nacional por la Paz verdadera. Es por eso que debemos salir a marchar este 9 de abril para demostrarle al mundo que es un deseo ciudadano y generalizado.