La esperanza de América Latina

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Alvaro González Uribe

Alvaro González Uribe

Columna: El Taller de Aureliano

Web: http://eltallerdeaureliano.blogspot.com



"A América Latina le gusta mucho la palabra 'esperanza'. Nos complace que nos llamen 'continente de la esperanza'. Los candidatos a diputados, a senadores, a presidentes, se auto titulan 'candidatos de la esperanza'. En la realidad esta esperanza es algo así como el cielo prometido, una promesa de pago cuyo cumplimiento se aplaza. Se aplaza para el próximo período legislativo, para el próximo año o para el próximo siglo". (Pablo Neruda, Confieso que he vivido).

El gran poeta de América escribía esto en el siglo XX, quizás en la década de los sesenta, qué importa la fecha si durante toda nuestra historia con el nombre actual la palabra "esperanza" es la que más se parece a América Latina. Me dirán que es una linda palabra, y lo es, pero cuando se le oye y lee permanecer por tanto tiempo viva y latiendo -más de 500 años- pasa a ser tristeza, desilusión, utopía, quimera, pena, dolor.

Antes de la llegada de los españoles no éramos ni América ni latina y tampoco éramos esperanza del mundo. Éramos y ya. "Descubrimiento" y Conquista unieron en simbiosis perpetua la palabra esperanza con Latinoamérica y separaron para siempre esta tierra de la realidad viva. Qué triste es estar condenado a tener o a ser esperanza para sí mismo o para otros por siempre.

La semana pasada el escritor y columnista William Ospina publicó en el periódico El Espectador un hermoso retrato poético de América Latina que recomiendo (La tierra nueva; 17-03-13). Jamás habrá palabras suficientes para contar la esperanza de América Latina, como tampoco sus verdes y azules, su crisol de culturas y razas, su hervidero de pasiones ni su soledad en el planeta como dijera Gabo.

No recuerdo quién fue el célebre europeo que pronosticó el arranque del desarrollo de América Latina para principios del siglo XX, añadiendo que sería el nuevo poder mundial. Tenía razones para decirlo porque había -hay- condiciones para ello. Pero un sino trágico ha cubierto esta tierra prometida infinita. ¿Qué pudo, puede, haber sido?

"América Latina es hoy el continente del futuro y aquí se juega el futuro de la humanidad", expresó apenas el año pasado el admirado presidente de Uruguay, José "Pepe" Mujica…

Luchas intestinas, botín de otros continentes o de Norteamérica, precariedad institucional, pasión desbordada, riquezas mal entendidas y mal explotadas, inequidad, desunión entre países, en fin, decenas de explicaciones pero una sola realidad: un subcontinente perdido donde los ríos -esas venas abiertas- son de lágrimas y sangre, donde las montañas son cúmulos de tumbas urgentes y donde las llanuras y valles son campos de batalla.

Este escrito me lo inspiraron dos hechos ocurridos hace poco que para mal o para bien tienen hoy a Latinoamérica de moda en el mundo. Creo que para bien (y dale con la esperanza…), pues al margen de las estadísticas e índices negativos es bueno que la región se note en el mapamundi. Se trata de la muerte de Chávez y del nuevo papa. Pero hay más que venía, como la buena marcha de las economías en comparación con la crisis de Europa y Asia, y el verde y la biodiversidad que se niegan a morir y que originan los nuevos oros: agua y oxígeno.

Cuando murió Chávez vi en sus funerales desfilar a casi todos los presidentes de la región y entonces pensé en el concepto unidad: "qué bueno verlos juntos ante un hecho, sea cual fuere". Y, además, vi al mundo pendiente de ese acto, con los ojos posados en esta tierra. Y claro, de nuevo "esperanza" que ronda.

Cuando eligieron al Papa Francisco también hubo -¿seguirá habiendo?- un afán mundial por mirar a esta perdida y lejana región: ¿Cómo era posible?, ¿Y dónde queda?. El mismo Papa dijo que los cardenales lo fueron a buscar al fin del mundo. Claro, ambos hechos nos sacan del desván nuevamente la esperanza que no ha muerto, ¡pero cómo pesa!