La vida es sueño

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Jorge García Fontalvo

Jorge García Fontalvo

Columna: Opinión

e-mail: jgarciaf007@hotmail.com



Cuando Don Pedro Calderón de la Barca en 1635 estrenó su obra "La vida es sueño", seguramente estaba convencido que la vida era realmente eso, un sueño. Sin embargo, analizando el panorama sombrío y enfermo que se vislumbra alrededor del hombre en estos días, no podría en forma alguna, hombre alguno, asegurar que la vida sea un sueño, sino una pesadilla de aquellas que aterrorizan incluso, al más valiente.

Aunque el hombre personificado en la obra de Calderón de la barca era un hombre atado a un mundo gobernado por su propia maldad, que se desenvolvía en medio de la ambición, la avaricia y el egoísmo, al final, un halo de cordura terminaba encaminándole en dirección de un horizonte más humano. Un horizonte en el cual, la malicia y los malos pensamientos dejaban de ser, y daban paso a la esperanza, la paz y la tranquilidad.

Ese era el mundo que se filtraba por los rincones expresivos del pensamiento de Calderón de la Barca, un mundo con esperanza de cosas mejores. Pero ¿se acercará la concepción del mundo y el pensamiento de Calderón de la Barca o Platón, a la realidad indecente del mundo y el pensamiento del hombre contemporáneo? Realmente no lo creo.

En el pensamiento de Platón y Calderón de la Barca se percibía una esperanza y una oportunidad. Mientras que en el pensamiento del hombre contemporáneo solo egoísmo, envidia y maldad se respira por doquier. Realmente, en el mundo de hoy, la esperanza de una nueva esperanza se diluye tan rápidamente, como el delito y la maldad crece en medio de las calles y avenidas de ciudades marcadas por el escepticismo y la crueldad.

Con Calderón de la Barca y Platón, se establecieron ciertos criterios que hacían suponer que el medio abriría espacio a elementos más humanos que redundarían en la construcción de un mundo mejor. Sin embargo, ese mundo, el mundo que todos hoy en día esperan, no llegó. Y no llegó porque murió definitivamente en el pensamiento de los hombres del pasado, y porque además los hombres de hoy le dejaron morir.

La esperanza se pierde, y el clamor y el sufrimiento de la gente de hoy se escucha infinito en las conciencias intranquilas, simplemente porque el hombre no ha hecho nada para cambiar las cosas, especialmente, para cambiar el mundo maltratado que el mismo ha construido.

El Segismundo de hoy no reencamina sus pasos hacia una conciencia más justa, sino que se pierde inevitablemente en la senda del mal. El Segismundo de hoy no encuentra la ruta precisa hacia el bien, sino que se dirige inevitablemente hacia su propia destrucción, por causa de su conciencia perdida.

No camina el hombre de hoy en pos de la esperanza, sino, en pos de la violencia, el terror, la avaricia, el egoísmo y la maldad. No construye el hombre de hoy un mundo mejor, sino que destruye con sus propias manos, lo poco que queda de aquel mundo que le fue heredado.

El Segismundo de hoy no es el mismo Segismundo de Calderón de la Barca, sino un Segismundo motivado por la violencia y la ambición. El Segismundo de hoy no ha encontrado aún, y quizá no encuentre nunca más, el camino del bien, porque en su conciencia sucia e intranquila, su única esperanza es vivir en una pesadilla violenta y no en un dulce sueño.

El Segismundo de hoy se encamina hacia su propia y triste destrucción, simplemente, porque no intenta construir un mundo más justo y mejor para todos, sino que busca incansablemente su propia ruina, y de paso la ruina de los demás.

¿Qué hará el hombre de hoy para acabar con la pesadilla de la violencia, el terror y la maldad?, ¿Qué hará usted?, ¿Qué haré yo?. Espero que hagamos algo para cambiar la historia de terror que nos conmueve, porque la vida realmente debería ser un sueño, no una pesadilla.