Por los hijos de los hijos, amén!

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Cecilia Lopez Montaño

Cecilia Lopez Montaño

Columnista Invitada

e-mail: cecilia@cecilialopez.com



Como si el nepotismo tradicional en la política colombiana no fuera ya suficiente, ahora ha surgido otra curiosa modalidad: poner a los hijos a generar espacios políticos, bajo la clara tutela de sus progenitores, para responder a objetivos que no necesariamente son los de esos jóvenes.

Además de someter a estos hijos a tensiones innecesarias, les están frenando la carrera a las nuevas generaciones que, sin tener esos espaldarazos, sí tienen verdadera vocación de servidores públicos.

En una columna reciente, Yolanda Reyes se preguntaba si alguien conocía el nombre de la hija del Procurador, o el de su esposo, porque las noticias sobre la fiesta de su boda, definida por muchos como el encuentro político del año, mencionaban principalmente qué acusados y acusadores convivieron y brindaron allí.

Se preguntaba cómo podría la novia ser la estrella de ese día tan importante en su vida cuando su padre era el centro de atención; y además, cuando los regalos fueron sobres con dinero para ayudar a pagar la fiesta.

Pero el objetivo político del Procurador se logró así el matrimonio de su hija fuera simplemente el motivo. Según muchos, demostró "su gran poder" de convocatoria política, porque de social, esa fiesta poco tenía.

Ahora, con el respeto que me merece el Vice-Presidente Angelino Garzón, esa triangulación se está dando entre el Partido de la U, al cual él pertenece, y el Partido Liberal, que hoy recibe con bombos y platillos a su hija. Primero para que recorra el país oyendo a los sindicatos, y después, para que entre al Congreso en las listas liberales.

O sea, para jugar en dos canchas políticas, práctica común que muchas veces termina en fracaso, el Vice entrega una cuota al Liberalismo, pero él se queda en el partido que lo eligió. Y todo propiciado por el joven delfín, presidente del Partido Liberal, que definitivamente confirma que los herederos no solo no rompen con viejas costumbres sino que han resultado más clientelistas que sus antecesores. A las hija del Procurador y del Vice podríamos denominarlas delfines tipo 2, para diferenciarlas de los hijos de ex-presidentes, que llegan derecho a la cumbre, y definidos como delfines tipo 1.

Es un vergonzoso proceso de relevo más que de renovación, como ellos mismos se identifican. Y la mayor diferencia está en que sus padres si lucharon, aprendieron, y hasta se dieron contra el mundo, para llegar a las posiciones que alcanzaron. Es triste ver que a nuestros delfines, tanto tipo 1 como 2, los encaramaron, además prematuramente, en unos puestos que se los tragan vivos y donde cometen errores tan simples como no leer. Pero eso sí, les endosan su maquinaria política, sin beneficio de inventario.

¿Donde están las madres de nuestros delfines? Esas mujeres que sí recorrieron el doloroso camino del éxito, y que sacrificaron mucho para apoyar a los hoy exitosos maridos? Son ellas las llamadas a frenar la inevitable ahogada de por lo menos algunos de sus herederos y herederas. ¿Y como se sentirán al saber lo que están pensando millones de jóvenes que literalmente se han matado para sacar adelante una carrera, y que no tienen ni la más mínima oportunidad de llegar a las posiciones a las que estos delfines tipo 1 y 2 sí llegan, con poco esfuerzo y probablemente a la fuerza?

Se inicia entonces otro capitulo de esta nueva telenovela política colombiana, que podría llamarse: "Por los hijos de los hijos, Amén!"