Quien no ha oído y leído: Que le pasa, sea responsable, sin darse cuenta que quien lo dice es un irresponsable; es entonces el verdadero valor del contenido ético que conlleva al cumplimiento de la responsabilidad en todos los sentidos.
El ser humano en su deseo y necesidad de relacionarse en su comunidad y con otras, ha encontrado una serie de costumbres, normas de convivencia que unos cumplen y otros no; sería bueno tener en cuenta el proverbio que debe contemplarse: a la tierra que fueres haz lo que vieres.
A medida que pasa el tiempo, la responsabilidad social cambia, lo que era bueno para algunos o muchos, se ha convertido en lo contrario. Las personas tenemos la obligación de ser responsables con la sociedad moral y legalmente, independiente que estemos o no de acuerdo. En buena parte las normas de conducta las determina el Estado, también instituciones con poder en el momento.
Las políticas y prácticas que aplican los sectores público y privado deben evitar perjudicar la salud de las personas, proteger el medio ambiente y garantizar el uso sostenible de los recursos. La responsabilidad social empresarial es una forma de gestión que se define por la relación ética de la empresa con los accionistas y por el establecimiento de metas empresariales compatibles con el desarrollo sostenible de la sociedad, preservando recursos ambientales y culturales para las generaciones futuras, respetando la diversidad y promoviendo la disminución de las desigualdades sociales. La gestión responsable de la empresa implica que esta actúe, buscando un punto de equilibrio que es difícil pero no imposible conseguir entre los intereses del negocio y las expectativas que de ella tiene la comunidad.
Las principales responsabilidades éticas de la empresa con sus empleados y la comunidad entre otras está la de servir a la sociedad con productos útiles y en condiciones justas; respetar los derechos humanos con unas condiciones de trabajo dignas que favorezcan la seguridad y salud laboral y el desarrollo humano y profesional de los empleados, procurar la continuidad de la empresa y buscar un crecimiento razonable y sustentable, respetar el medio ambiente, evitando en lo posible cualquier tipo de contaminación, minimizando la generación de residuos y racionalizando el uso de los recursos naturales y energéticos, cumplir con rigor las leyes, reglamentos, respetando los legítimos contratos y compromisos adquiridos, gestionar la distribución equitativa de la riqueza generada y una necesaria, pero bastante necesaria mantener la ética empresarial y lucha contra la corrupción.
Hoy no se enseña la urbanidad, ni se transmite los valores tradicionales propios de la cultura clásica de la educación, lo que ha llevado a un marasmo, a una crisis de valores, a un estancamiento conceptual de rigidez en la pérdida de valores; a muchos les da 8 que 80 ¡eso que es!, o lo que sucede a su alrededor le importa un pito. Por ello se requieren cambios de actitudes, normas y reglas que profundicen y flexibilicen el acercamiento en estándares de valores; igual es necesario adoptar la filosofía de la interpretación a la realidad, mediante una moral cimentada en principios éticos; siendo concreto seamos idóneos e íntegros.
Dentro de un concurso que canaliza descontento y avanza sin parar, acaparando un sorprendente estilo corrosivo, histriónico y en ocasiones vulgares, que suele hoy por hoy en la expresión de la juventud actual. Por ello se requiere estructurar en concertación la implementación y diseño de planes estructurales que sirvan como consigna imperecedera y responsabilidad de impulsar el progreso a efecto de definirse y consolidarse el respeto, fortalecimiento y desarrollo.
Concluyendo se requiere con urgencia, la visualización y materialización que fomenten innovación y vigoricen esfuerzos potenciales en lo que es vital el concurso de todos los elementos sociales, haciendo énfasis en esa formación primaria que deriva de los padres.