Benedicto XVI

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Gustavo Hernández López

Gustavo Hernández López

Columna: Opinión

e-mail: gusherlo@hotmail.com



Ha renunciado al solio de San Pedro el Papa Benedicto XVl, algo inesperado, insólito y que durante la historia del pontificado hacía 600 años que no se sucedía un hecho de esta naturaleza. Las razones que adujo este Sumo Pontífice es que se le habían reducido sus fuerzas a su mínima expresión.

Realmente era consciente de que su condición física se había disminuido y era notoria esa situación, pues en la misma Basílica de Roma al pasar al tabernáculo lo hacía en un carrito, dado que le costaba mucho trabajo caminar ese tramo de esa monumental Catedral.

Sin embargo las malas lenguas y muchas personas y cardenales cercanos a ese conductor de la Iglesia católica, han comentado que había manifiestas intrigas, rencillas personales y posiciones en conflicto entre dos fuerzas cardenalicias: la del Cardenal Tarcisio Bertone, Secretario de Estado y amo de las finanzas por un lado y la del Cardenal Angelo Sodano por otro lado, vieja guardia, dado que fue el número dos de Juan Pablo II.

Benedicto XVI es el teólogo entre los teólogos, estudioso e intelectual, ha sido el Papa escritor por excelencia, profundo en sus conceptos, un hombre de carácter, quien enfrentó con severidad a los pederastas, poniendo a sacerdotes y obispos con inclinaciones homosexuales ante la justicia ordinaria. Esa intervención drástica le generó malestar y un silencioso rechazo por parte de muchos altos jerarcas de la Iglesia.

Hizo contraste con su antecesor Juan Pablo II, comoquiera que este era de más carisma, más mediático y más magnánimo. Se caracterizó por ser contemporizador a diferencia de Benedicto XVI que ha tomado de frente el toro por los cuernos en todas las situaciones complejas y embarazosas y en consecuencia se le han presentado resistencias a sus francas y directas determinaciones. Este Papa renunciante es más religioso que político. Juan Pablo II era religiosamente político y por esa razón contra todos los pronósticos se constituyó en el baluarte que contribuyó a la extinción del comunismo.

Juan Pablo II nunca aceptó que los clérigos con problemas de pederastia fuesen juzgados por los Tribunales de Justicia, porque en su sentir un religioso en ningún caso podría ser sometido al escarnio público. En su parecer sobre ese particular prevalecía la justicia divina y resolvía tales hechos absolutamente irregulares y condenables con traslados y aplicándoles una capitis diminutio desde el punto de vista del poder a quienes infringieran esas conductas vituperables y deplorables.

Le tocó a Benedicto XVI afrontar los malos manejos económicos y financieros de quienes tenían tal responsabilidad en el Vaticano. Hubo incluso vinculaciones con la mafia, abusos y beneficios personales. Toda clase de acciones turbias y oscuras, esto es negocios no santos se realizaron y los encaró retirando a los protagonistas y de igual manera que en el caso de los curas caballeros de la orden del pétalo, los obligó a poner la cara ante las autoridades judiciales.

Pero un banquero opusdeísta Ettore Gotti empezó a ordenar las finanzas y exageró en la tónica por su misma concepción extremista y se le vino el mundo encima, hasta el punto que manifestó ante el rechazo general que su vida estaba en peligro. El diario El País de España comentó que lo decapitaron con guantes de terciopelo. En esta salida de este miembro del Opus dei, dicen y especulan que el autor de la misma es el Cardenal Bertone.

Con la aparición de los vatileaks, que no revelaron grandes secretos, sí se demostró o se dejó translucir fehacientemente que había enemigos y traidores, nada menos que su propio mayordomo. Al fin y al cabo los eclesiásticos también son humanos y no están exentos a las envidias, hipocresías, lagarterías, corrupción y buenos y malos consejeros.

El relativismo que se evidencia en la Iglesia católica, no se aprecia en las otras iglesias. Benedicto XVI lo atacó vehementemente, tenía además la preparación doctrinal para hacerlo. No permitía ni consideraba a los que tenían en cuenta la teología de la liberación.

Por el contrario se vino lanza en ristre contra aquellos que pregonaban, prohibido lo prohibido. Conforme a estos teorizantes liberales no puede haber pecado ni culpa. Se pasan para el otro lado en su laxitud dogmática.

Toda relativización acaba con las instituciones, pues ellas siempre deberán tener bases firmes y estructuras inamovibles, a efecto de que perduren en el tiempo. Hay cosas mutables pero los principios y valores no se pueden modificar.

Que difícil va a ser reemplazarlo. Pero era justo que se retirara a sus monasterios de invierno, en un claustro monástico, donde se dedique a meditar, a escribir y a defender sus puntos de vista bajo el manto de la soledad.

El no es el Papa social, comunicativo y abierto, que contrastaba por ende con Juan Pablo II. Morirá en su encuadramiento natural y sus últimos días serán como él quiso que fueran.