Zadoc Guardiola, extraordinario atleta samario

Columnas de Opinión
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Escrito por:

José Vanegas Mejía

José Vanegas Mejía

Columna: Acotaciones de los Viernes

e-mail: jose.vanegasmejia@yahoo.es



En una columna periodística no cabe la gloria de Zadoc Guardiola. Su destacada estatura le permitió sobresalir en las pistas del país y del exterior como atleta nacido para batir marcas. Este samario, a quien localmente conocíamos con el apodo de 'Calilla', vivió rodeado de necesidades económicas que impidieron su ascenso a los más altos peldaños del atletismo mundial.

Sin embargo, en el plano nacional y latinoamericano realizó proezas que todavía se cuentan por ahí. Por sus facciones podría habérsele confundido con los naturales de la India. Pero no. Zadoc acrecentó el color moreno de su piel con los rayos que el sol de los pescadores concentró en su cuerpo mientras lanzaba chinchorros y atarrayas en las playas de Santa Marta.

Como suele ocurrir en nuestra ciudad, el nombre de este campeón de los 400 y 800 metros planos metros y destacado competidor en las pruebas con vallas, ha caído en el olvido. Solo he visto el nombre de Zadoc Guardiola en una novela escrita por Gustavo Cogollo Bernal; el narrador samario la tituló 'Cochero, pare… pare, cochero', en alusión a una canción con el mismo título. Pero, como novela al fin, la figura de Zadoc es intermitente y solo demuestra el deseo del autor de rescatar la imagen del citado personaje, quien en la vida real fue simplemente un humilde pescador, con vicios menores que van un poco más allá de las llamadas travesuras.

Y en el atletismo, fue la máxima expresión de su época. ¿No fue él quien provocó el llanto del afamado atleta colombiano Jaime Aparicio cuando ante los ojos de este campeón borraron su nombre, escrito en el trofeo, para remplazarlo por el de Zadoc Guardiola, en un Campeonato Sudamericano de Atletismo? Por este triunfo, que causó revuelo en el deporte colombiano e internacional, y por otros logros importantes de 'Calilla', el nombre de Zadoc debería rescatarse del ostracismo donde permanece desde hace más de cincuenta años.

De Zadoc Guardiola se sabe que su niñez y su juventud transcurrieron en medio de extrema pobreza. En una entrevista él contaba que, al correr, su largo tranco lo favorecía cuando contendía con muchachos de su edad. En el juego llamado triqui-triqui siempre sacaba ventaja. Se trataba de golpear con un palo o vara un trocito de madera y luego correr, contando los pasos, hasta donde había caído dicho trozo. De ahí a convertirse en un atleta de largas distancias no había sino un paso. Se volvió así un atleta pero sin la técnica ni la preparación física necesarias. Sin embargo, Zadoc Guardiola alcanzó los triunfos que hemos mencionado.

Cuando se construya (¡!) el nuevo estadio de fútbol de Santa Marta, la pista de atletismo debe llamarse Zadoc Guardiola. De no ser así, habrá que decir a los niños de las futuras generaciones que un samario, hoy totalmente olvidado, venció a los mejores atletas del continente americano. Pero agregaremos que su futuro se diluyó en las arenas de la playa de Los Cocos, en el barrio La Tenería, en Santa Marta, mientras esperaba que los peces 'picaran' la carnada o cayeran en los chinchorros que vigilaba durante todo el día.

Aunque sabemos que la desidia de los gobernantes samarios y del Magdalena no les permite reconocer los méritos de quienes en verdad son ejemplo para las juventudes de estas tierras, esperamos que algún día nuestros escenarios deportivos dejen de perpetuar los nombres de políticos para dar paso a esas personas que en algún momento dieron lustre a nuestra ciudad. ¡Qué bueno sería encontrar en estos estadios placas de reconocimiento para una atleta como Leonor Santana y otros representantes, ya sea en las pesas, el boxeo u otras ramas del deporte!

No podemos cerrar esta página sin destacar el noble gesto del atleta Jaime Aparicio, arquitecto de familia acomodada: no solo reconoció su derrota ante Zadoc Guardiola en el Campeonato Sudamericano sino que se convirtió en su gran amigo. En varias ocasiones lo socorrió económicamente y siempre le manifestó su admiración.