¡Ánimo contra el miedo

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Escrito por:

Tulio Ramos Mancilla

Tulio Ramos Mancilla

Columna: Toma de Posiciones

e-mail: tramosmancilla@hotmail.com

Twitter: @TulioRamosM



Hace tiempo, que en mi mente existía, un viejo compromiso… No. No voy a empezar a plagiar ahora a los Hermanos Zuleta, por más que esa canción se me atragante en el alma cada vez que la oigo y que entonces quiera explotar en recuerdos magnificados de mi tierra. Pero quería con la introducción ponerle algo de gracia al hecho de que, en verdad, ya tengo rato incumpliéndome a mí mismo la promesa de rescatar en esta tribuna un episodio muy curioso, al que he podido tener acceso mediante la lectura de una gran obra escaneada y puesta en Internet. Se trata de un libro interesante, con autor que presumo cienaguero, don Ismael A. Correa Diazgranados, e intitulado Anotaciones para una historia de Ciénaga. Ignoro la fecha de publicación de la obra y el número total de tomos de la misma (parece que son varios). Sólo se ve en la portada digital que Editorial Léanlo fue la responsable de la publicación. Recomiendo la lectura en línea de este libro, muy próximo a la vida de La Salitrosa, la gran rival de Santa Marta durante mucho tiempo. Esto, para volver un momento a las historias del pasado, cuando la vida Caribe era mucho más tranquila, según cuentan…, cuando un homicidio era cosa cobarde que merecía todo el rechazo popular.

"¡Ánimo contra el miedo!, como decía Candelarito Armenta". Esa fue, durante mucho tiempo, una frase de batalla usada por los cienagueros de cierta época, la mayoría hoy viejos, o simplemente muertos. Suerte de lema contra la adversidad, debió de ayudar a mucha gente en momentos de angustia, pues convengamos en que su sola pronunciación como que ya anuncia el reconocimiento de una verdad incontestable: a la inseguridad se la vence con presencia de ánimo, con vigor, con fuerza en el alma, con bravo corazón, con sangre en las venas. Estoy seguro de que la pronunciación de esa frase había de tener un efecto casi performativo (decirla no era describir, sino hacer), porque de otra forma no se explica que haya sobrevivido tanto tiempo en la conciencia colectiva, hasta nuestros días, hasta hoy mismo que usted la lee. Ahora bien, ¿de dónde venía esa prédica?; y más importante aún: ¿quién diablos era Candelarito Armenta?

Cuenta don Ismael que Candelarito era un individuo bajo y moreno, que había ido a vivir desde su natal Gaira a Ciénaga, y que en una noche de espanto comandó a un grupo de delincuentes, durante alzamiento de bienes, en la peluquería La humanidad, cuyo dueño era Aníbal Gutiérrez (Humanidad Gutiérrez), a quien, de paso, tales le arrebataron la vida, en un acto criminal ampliamente repudiado. Se dice que aquello del ánimo lo gritó Armenta en plena sepultura del cadáver, cuando vio que sus hombres se apocaban ante el patetismo de la muerte de un buen ciudadano, Humanidad Gutiérrez, y entonces leyó muy bien el estado de ánimo de la tropa, requiriéndoles el no sentir miedo como condición para salir limpios del lío en que se habían metido. El origen de la exhortación al valor que comento no podría ser, pues, más sucio. Es obra de un hombre que consideraba importante ser animoso por motivos egoístas, y nada más. No había virtud en su consigna, porque el miedo al que se refería era no otro que el de caer preso. Lo que al final pasó: su ánimo no le alcanzó para eludir la justicia de un pueblo en el que no pudo evadirse, y fue condenado.

La gente, que es sabia, también condenó a Candelarito Armenta. Su dicho quedó en el aire de los años, pero me atrevo a pensar que algo ridiculizado en el fondo. Así, al hablar de que hay que tener ánimo contra el miedo, tal y como solía decir Candelarito Armenta, de pronto lo que se quiere significar es que el coraje es necesario, sí, pero cuidando de no utilizarlo para mal, o en nombre del mal, porque entonces no habrá salvación alguna contra algo peor que el miedo: la culpa.



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