¿Y dónde está el tablero?

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Alvaro González Uribe

Alvaro González Uribe

Columna: El Taller de Aureliano

Web: http://eltallerdeaureliano.blogspot.com



Los colombianos seguimos con atención el agite político de los últimos días: comentarios, sugerencias, lanzamientos al Congreso y a diversos cargos, renuncias, renombramientos, uniones y reuniones de grupos y partidos, cálculos electorales, y movimientos y anuncios propios de un país que hierve de política.

Sin embargo, es desesperanzador ver que solo se trata de maniobras electorales y sonajero de cargos, pero no se habla de ideas ni programas. En el horizonte solo hay un objetivo: votos. Seguimos en las mismas y así Colombia continuará siendo un sainete de artilugios electorales. ¿El resultado?: Ver cifras sobre subdesarrollo.

Y en esa carencia de programas e ideas, en ese espacio vacío de nuestra política cóncava y convexa, hay una ausencia que brilla más que todas: La de la educación.

Lean y escuchen amables lectores los temas que más suenan por estos días y en los últimos meses (para no ir más atrás) y se darán cuenta de que la educación está por fuera. Solo es tratada por muy pocos dirigentes y medios de comunicación.

Es que la educación no da votos, y cuando algún candidato alza dicha bandera nadie le para bolas por la sencilla razón de que sus resultados no son inmediatos ni tangibles como un puente, la pavimentación de una vía, el incremento de una pena para cierto delito, y hasta la paz o la guerra, por trascendentales que sin duda son estas dos últimas.

(Sergio Fajardo se jugó esa bandera, tanto en su alcaldía de Medellín como en la actual gobernación de Antioquia. Él sabe que no es la más rentable políticamente, pero no le importa porque tiene un total convencimiento de sus beneficios, y la tenacidad del Gobernador hará que se vuelva un asunto que luego envidarán los políticos tradicionales).

Suena a vieja frase de cajón y precisamente eso es lo triste: "Sin educación no hay futuro", y el mal presente de hoy obedece a que no hubo educación antes. Todos los países del mundo, sean neoliberales, socialistas o bajo cualquier régimen o ideología, desde hace mucho descubrieron, analizaron y pusieron de frente a la educación. Si se quiere desarrollo debe haber antes educación, definitivamente no hay otra fórmula, y uno se sorprende de que siendo una verdad tan universal en Colombia no la veamos.

Y pasa por todos los niveles y áreas: preescolar, escolar, universitaria, posgradual y técnica, incluyendo la investigación y también la educación y formación humana y ciudadana como base indispensable.

Da vergüenza social ver a las universidades públicas mendigando recursos para preparar a Colombia, dan pena las peripecias y maromas en que rectores y directivos gastan su valioso tiempo pidiendo dinero, como si lo estuvieran consiguiendo para invertir en los sembrados de su finca o en su empresa privada. Los gobiernos a veces los oyen y les dan migajas ocasionales, pero nunca una solución de fondo que permita mejorar calidad, ampliar cobertura y una planeación a mediano y largo plazo (como debe ser).

Y ni hablemos de los maestros obligados a los paros de costumbre para rogar el pago de sus pírricos salarios atrasados, o de las condiciones precarias de miles de establecimientos, de las aventuras diarias que viven tantos de nuestros niños y jóvenes para ir a su escuela, de los inmerecidos salarios de profesores universitarios algunos con los más altos estudios y preparaciones a costos inmensos. La lista sigue, pero basta recordar estas injusticias, que dada la asumida verdad universal sobre el tema, más bien que injusticias son -me perdonan- estupideces, tanto oficiales como políticas y culturales.

Sigan dedicándose a la mecánica electoral, a la política vacía o con contenidos de cemento y ladrillos, de aplausos o logros inmediatos, que así Colombia no saldrá del fondo y la brecha con los demás países seguirá ensanchándose a distancias insalvables.