A Santa Marta le llegó la hora de definirse

Columnas de Opinión
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Escrito por:

César Serpa Vega

César Serpa Vega

Columna: Opinión

e-mail: cesarserpavega@yahoo.com



Cuando los primeros españoles llegaron a nuestro territorio, seguramente lo primero que llamó su atención fue la impresionante belleza paradisiaca de nuestras playas, la abundante vegetación y variedad de animales, pero lo que posiblemente les causó mayor impacto fue la virginidad ó pureza de todos esos recursos, los cuales hasta ese momento habían sido conservados así durante siglos por nuestros hermanos mayores indígenas, con mucho esfuerzo, responsabilidad y dedicación.

A todo ser humano (individuo ó grupo) le nace cuidar, proteger y preservar algo (llámese familia, hogar, territorio, ecosistema, región, ciudad, etc.) pero sólo cuando existen fuertes vínculos personales, familiares, sociales, culturales, económicos ó hasta ideológicos que lo unen a ese algo (lo que se conoce como "sentido de pertenencia" ó arraigo). Cuando se da el caso contrario, es decir, cuando una persona ó grupo no tienen vínculos directos con algún objetivo ó si su relación es únicamente de tipo pragmático ó por un interés específico, es de esperarse entonces que sólo buscarán explotar, exprimir y sacarle provecho ó ganancias a cualquier cosa, en vez de preocuparse por cuidarla, sostenerla y preservarla.

Últimamente los Samarios (propios y foráneos) hemos sido testigos de varios abusos, negligencias y amenazas contra nuestro medio ambiente. Casos muy polémicos como los intentos por desarrollar proyectos hoteleros dentro de la reserva natural del Parque Tayrona y ahora el reciente destape de posibles fraudes y manipulación de información con que algunas empresas carboneras engañaron por años a las autoridades ambientales; todo lo anterior es fruto de la desidia, indolencia, inconsciencia y por supuesto de la falta de sentido de pertenencia con que dichas empresas (multinacionales extranjeras) acostumbran a manejar sus operaciones y negocios en este país. Como decíamos anteriormente, la relación de dichas empresas extranjeras con nuestro medio ambiente es básicamente de tipo pragmático o con intereses específicos, bien sea porque sus propietarios no nacieron acá o porque no tienen vínculos familiares ó sociales directos en la zona o lo que es mas diciente, porque ni siquiera viven en el territorio en donde desarrollan su actividad depredadora. En otras palabras, la prioridad de las multinacionales extranjeras del sector minero en nuestro territorio es básicamente extraer, explotar y comercializar nuestros recursos naturales sin importarle mucho los métodos utilizados, ya que en últimas no es el medio ambiente, ni el hogar de sus propietarios el que se afecta de forma directa.

Nadie puede desconocer que la explotación minera actual se ha modernizado mucho. Hoy en día los procesos se han mejorado sustancialmente permitiendo que las operaciones sean más eficientes, con menos errores (tragedias humanas y ambientales), y también se han implementado conceptos de "sostenibilidad" y "responsabilidad social" que mitigan gran parte del inevitable impacto ambiental que ocasiona dicha actividad. Pero así existan muchas formas de compensar los daños ambientales y hasta de burlar la ley, no podemos permitir que la rentable pero efímera explotación minera desplace a otras actividades económicas que también generan cuantiosos recursos, pero sin depredar nuestro medio ambiente de forma irreparable.

Como alternativa a la explotación minera existen otras actividades que si se organizan bien podrían generar muchos recursos económicos y sin tanto impacto ambiental negativo. El Turismo podría ser una de esas actividades, pero para eso la ciudad tiene que definir su vocación socioeconómica de forma contundente y decidida. Nuestras autoridades, dirigentes y fuerzas vivas (ciudadanía en general y sector empresarial), tenemos que apostarle a una visión turística moderna, sostenible, de alta calidad, que atraiga a turistas nacionales e internacionales, por lo cual será imperativo preparar y capacitar a la mano de obra local, invertir fuertemente en infraestructura y hacer una labor de mercadeo constante. A Santa Marta le llegó la hora de definirse por el turismo.

La apuesta por el turismo no puede usar los mismos métodos depredadores y destructivos de la actividad minera. Es por esto que un buen comienzo puede ser la puesta en marcha de la tan anunciada zona franca turística de "Pozos Colorados" en el sector que lleva ese mismo nombre. Este sector es apto para el desarrollo de proyectos turísticos de gran envergadura y de talla internacional (de tipo residencial y hotelero), sin causar los terribles daños ambientales que pueden presentarse en las zonas de reserva natural. Adicionalmente no es necesario descartar la visita de las zonas más vírgenes del Parque Tayrona, las cuales también podrían explotarse turísticamente de forma realmente ecológica, accediendo a ellas por medio de lanchas, botes, catamaranes ó ferrys impulsados con motores solares y eléctricos que transporten de forma directa a los turistas, evitando así la destrucción de bosques y ecosistemas para construir vías de acceso. Todo esto suena bonito, pero nunca podremos complementar ni desplazar a la minería sino definimos y confirmamos primero nuestra verdadera vocación natural.