¡Colombia piensa en grande!

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Juan Echeverry Nicolella

Juan Echeverry Nicolella

Columna: Purgatorio

e-mail: juanecheverry@hotmail.com

Twitter: @JPEcheverry



Hoy Santa Marta es la capital política de las ideas que han demostrado representar mayorías durante la última década en el país.

Aquí se reunirán las principales figuras que acompañan las ideas uribistas en cabeza del mismo Álvaro Uribe.

La acumulación excesiva del poder de un Presidente es siempre odiosa. Por ello es sano para la democracia ponerle límites a los términos de un gobierno. Pero sólo hay algo más despreciable: que el gobernante use ese mismo poder para usurpar al pueblo gobernando con ideas contrarias al compromiso para el que fue elegido.

Para que un sistema político funcione bien, tiene que tener un mecanismo de pesos y contrapesos. La oposición uribista es entonces oportuna y tiene hoy total vigencia. Es la forma ciudadana para frenar la unanimidad y los posibles desatinos del actual Presidente. Pero también para recordarles al mandatario y al país cuál fue el compromiso para el que fue elegido y hacerle la debida evaluación política a su gestión.

Las próximas campañas (presidencial y legislativa) son el mejor escenario para hacerlo de cara al país y que sean los colombianos los que decidan el rumbo. Al fin y al cabo es sobre nuestros hombros donde recae la soberanía del Estado.

De Uribe se pueden decir muchas cosas, pero todos debemos reconocerle la convicción sobre los temas que trata y su permanencia en la misma línea. No es alguien que de un día a otro cambie su lado del espectro político por conveniencia. Inclusive para algunos podría ser terquedad. Pero en las actuales condiciones del país, la oposición de Uribe representa el compromiso con las mismas ideas con las que se formó, hizo campaña y fue Presidente.

Por eso, ante el cambio de paradigmas del actual gobierno, no sorprende que la única salida digna para el ex Presidente Uribe haya sido la oposición. Que por su raíz del latín (oppositio) hace alusión al efecto de oponerse frente a una cosa que es contraria.

Pues bien, Álvaro Uribe ha sido la única persona en la historia reciente del país - desde Álvaro Gómez Hurtado - capaz de unificar a la oposición que por no participar del poder está siempre desarticulada. La diferencia entre esta oposición y otras consiste en que ésta se cimienta en los principios y no simplemente, como decía Alfonso López M, en "meter palos en la rueda". En la convicción de creer en el Estado con autoridad para generar confianza y seguridad. Pero también en el compromiso de transmitir el crecimiento generado por la confianza en verdadero desarrollo social. Esa es la manera en que Colombia puede volver a pensar en grande y el cambio drástico del país en la anterior década es testigo de ello. Esos cambios continuos que se dieron en la administración de Uribe y que habían sido antes propuestos por el asesinado Álvaro Gómez con su campaña "Mi revolución es el Desarrollo" son los que parecen tener cabida en esa nueva plataforma llamada Centro Democrático.

Por medio de ella, los alfiles uribistas aspiran a llegar a la Presidencia de la República y a obtener unas mayorías parlamentarias. Y a partir de hoy empezarán a recorrer el país para dar a conocer sus propuestas. Dios los libre de ser objetivo de los criminales y los acompañe en la rigurosidad de la contienda democrática.

Entre los líderes que hoy se reúnen salta a la vista la figura de Oscar Iván Zuluaga, un padre de familia de provincia que aspira a ser Presidente de la República comprometido con las huestes uribistas. Fue además el mejor ministro de Hacienda de América Latina en 2009 y un fenomenal legislador desde 2002. Desde ya, pienso que podría ser un hombre honesto para respetar el mandato ciudadano de la Seguridad y la confianza.

Ñapa: ¡El uribismo debe estar alerta! No ser cuidadosos con quienes integren las listas al Congreso y con oportunistas que se acerquen a última hora para conseguir fines políticos individuales puede ser la catástrofe. Los ciudadanos no aceptaremos mácula en sus hojas de vida. Como el adagio popular: "Al perro no lo capan dos veces".