Conspiraciones: verdades, mentiras y dudas

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Escrito por:

Hernando Pacific Gnecco

Hernando Pacific Gnecco

Columna: Coloquios y Apostillas

e-mail: hernando_pacific@hotmail.com



Cuando veo a Lance Armstrong en su confesión a medias, pienso en una conspiración para crear un deportista superdotado capaz de ganar siete veces consecutivas el dificilísimo Tour de France.

Supongo que detrás de las cortinas de humo lanzadas por el texano para tapar complicidades ha de existir una sofisticada organización dedicada a sacar grandes fortunas a deportistas que desean destacarse sin tenerlo todo consigo: una ayudita extra no les viene mal.

Además, laboratorios y empresarios sin escrúpulo alguno, que atiborran a los atletas de sustancias nocivas y de dólares sus bolsillos. Empero, conspiraciones existen desde cuando la historia comenzó a contarse. Muchas de ellas probadas fehacientemente; otras con gran probabilidad de ser ciertas; algunas, verdaderos fraudes; y varias, sumidas en el terreno de la duda.

No todas tienen el propósito de tumbar gobiernos para usurpar poderes o perjudicar imágenes públicas; los confabulados apuntan a todo lo que se mueva para obtener sus frutos. Hay hechos verdaderamente fascinantes al lado de historias fantasiosas pletóricas de imaginación. Siempre se usa un mascarón de proa para tapar los motivos reales.

Por ejemplo, Julio César fue víctima de un complot de algunos senadores romanos, quizás para evitar la implantación de un régimen autocrático. Suetonio y Plutarco narran los hechos pero no aclaran los motivos; en cualquier caso, el complot existió.

Casi probablemente, el doloroso episodio del 9 11, el de las Torres Gemelas de NY, ha sido una conspiración urdida entre líderes de Al Qaeda y equipos de inteligencia del propio gobierno de Bush (sin descartar otras participaciones) para invadir a Irak con el pretexto del terrorismo musulmán: los objetivos eran el petróleo, la reconstrucción y las valiosísimas piezas arqueológicas, todo apalancado en gobiernos espurios.

Está casi probado que Hitler no se suicidó en Berlín el 30 de abril de 1945, como reza la historia oficial; todo apunta a una fuga cuidadosamente planeada hacia la Argentina. También, se habla de una conspiración entre la mafia norteamericana y la ultraderecha gringa en el asesinato de JFK.

La historia religiosa nos muestra numerosas conspiraciones, algunas escalofriantes: la "Donación de Constantino", una burda falsificación que entrega al cristianismo primitivo la parte occidental del Imperio Romano, Roma incluida, y la facultad de coronar a reyes y emperadores, concediéndole un poder impensado a la nueva iglesia. La cruzada albigense, única cometida contra cristianos, tuvo como argumento la "infidelidad" de los cátaros cuando en verdad se buscaba el Santo Grial que nunca apareció en el Languedoc. Igualmente, se procedió contra los Caballeros del Temple con argumentos similares: todo indica que la razón eran las riquezas que acumularon los templarios. Los estudiosos, con explicaciones más comprometedoras aun, mencionan razones alucinantes. Es claro también que la "independencia" de América fue una conspiración de la masonería británica contra la corona española: la gran Logia de Londres, mediante la "Gran Reunión Americana", reclutó a los futuros próceres y los puso a disposición de Francisco de Miranda para iniciar una gran movimiento libertario. ¿Hubo trasfondo religioso y políticos al mismo tiempo?

Por otro lado, hay hipótesis que rayan en lo ridículo, entre ellas: que el hombre no fue a la Luna (hay pruebas contundentes de la presencia humana en el satélite terráqueo); que el beatle Paul McCartney habría muerto en un accidente y fue suplantado por el canadiense William Campbell (¿compuso el farsante mejores piezas que el difunto, como "Let it be", y es mejor músico que el británico? ¿"Reencarnó" el espíritu del genio en una pieza de utilería?

¿Quién, entonces, hace los magníficos conciertos desde 1966?); las explicaciones acerca de los misterios del Triángulo de las Bermudas, que mencionan agujeros negros, extraterrestres y otras exóticas argumentaciones; que el tsunami de diciembre de 2004 fue provocado artificialmente para que empresas transnacionales ganaran contratos de reconstrucción (sin evidencia alguna); que en Roswell se estrelló una nave extraterrestre (la "autopsia" de los "tripulantes" fue un fraude demostrado). En fin…

Otras, que están en el limbo sin respuestas claras, son materia de estudio por parte de quienes las consideran reales y de quienes las creen traídas de los cabellos: Jack el destripador, el accidente en el cual fallece Lady Di, la muerte de Juan Pablo I, la presencia de alienígenas, las pirámides de Egipto y Mesoamérica: temas hay por montañas y difícilmente habrá concordancia entre unos y otros.

Los estudiosos de éstos hechos han sido llamados "teóricos de las conspiraciones", son gentes que revisan a fondo cada detalle, los articulan cuidadosamente en rompecabezas increíbles y exponen especulan con hipótesis, muchas veces bien estructuradas que en ocasiones develan la verdad que intentó mantenerse oculta. Y en ese punto me pregunto, como en el argot popular, si el que las hace las imagina, o si es a lo contrario. En todo caso, casi nunca conocemos la verdad cuando de conspiraciones se trata. Y Colombia no está exenta.