No hay que esperar tanto

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Escrito por:

Germán Vives Franco

Germán Vives Franco

Columna: Opinión

e-mail: vivesg@yahoo.com



En Colombia comienza un año que promete ser intenso. El tema político empezará a tomar relevancia por cuenta de las elecciones del 2014, y como todos sabemos, la política pesa mucho en el discurrir nacional.

Santos ha intentado quitarle relevancia al tema de su reelección, anunciando que no decidirá sobre el asunto sino hasta el segundo semestre del presente.

No hay necesidad de esperar tanto. Es inconveniente que un presidente colombiano que está buscando el cese del conflicto armado por medio de una negociación, aspire a la reelección.

¿Razones? El cese del conflicto no debe ser condicionado por un cronograma electoral. Además, el tema sería inconvenientemente politizado en una campaña reeleccionista, y por último, es latente el peligro de hacer concesiones lesivas para hacerse reelegir.

Se espera que en lo que le reste de gobierno a Santos, el protagonista sea la economía y las reformas estructurales que tanto necesita.

Santos llegó a la presidencia con muchas expectativas. En teoría, se rodeó de los Chicago Boys criollos que le iban a cambiar la cara al país. Prometió acabar con la corrupción y volver eficiente la administración pública, aplicando las mejores prácticas de "Buen Gobierno".

Después de más de dos años, no ha pasado mucho. La mayoría de los Chicago Boys… chi cagaron, mejor dicho, les quedó grande la cartera. Han sido contados los ministros de este gobierno que han hecho una buena labor, dentro de los cuales sobresale Vargas Lleras.

Las prácticas de Buen Gobierno solo han logrado que en la práctica este gobierno haya sido un gobierno mayormente de buenas intenciones. Logros de papel ha tenido muchos, léase reformas por doquier y ficciones estadísticas. Reformas estructurales reales, ninguna. La agenda Santos ha sido dispersa, además de equivocada en cuanto a prioridades y tiempos.

El cáncer de la corrupción es tan grande, que hace de las prácticas de buen gobierno una solución inocua que lo único que ha logrado es paralizar la contratación pública. En la práctica han llevado a que la administración pública sea ineficiente y no ejecute eficazmente.

Santos ha gobernado más para afuera que para adentro; es decir, su agenda de gobierno ha estado dirigida más a cosechar elogios y aplausos en el extranjero, que a solucionar los problemas reales de sus compatriotas.

Lo grave para el país es que estamos viviendo de glorias pasadas que ya no dan para más. El relativo buen momento que ha vivido la economía colombiana en la última década, es producto casi que exclusivo de los avances en seguridad hechos al amparo de la política de Seguridad Democrática.

Pero los avances en seguridad no son estructurales y además han comenzado a desmoronarse, a pesar de las justificaciones del gobierno. Lo importante no es cortar cabezas sino matar las culebras. Las explicaciones del Presidente llevan a pensar que en materia de seguridad se está arando en el mar, es decir, ganancia neta igual a cero, aunque todos sabemos que es peor. Entonces, ¿por qué habla de éxitos?

La tragedia de Colombia es que siendo un país hermosísimo, con un pueblo talentoso, con riquezas naturales inmensas, ha sido mal gobernada por demasiado tiempo.

No creo que Santos se haya ganado el derecho a ser reelegido, y dudo que se lo gane en lo que le resta de mandato. No estoy diciendo que Santos haya sido malo, ha sido…ahí.

En el análisis último de lo sucedido bajo la batuta, primero de Uribe y después de Santos, ninguno de los dos fue capaz de hacer reformas de fondo que nos hagan pensar que el país está modernizando su estructura productiva, y que estará en capacidad de ofrecerle ala mayoría de los colombianos oportunidades de todo tipo que redundarán en bienestar individual y social.

Por razones diferentes, hemos vivido una década que se ha caracterizado por tener agendas de gobierno equivocadas y muchas oportunidades perdidas. Aquí sí es cierto que ha habido continuismo.

Como anoté anteriormente, las negociaciones de La Habana deberían ser un impedimento moral para que Santos busque la reelección, pero desatendidas las razones, y si llegara a buscarla, los ciudadanos no deberíamos reelegirlo porque a Colombia no le sirve un presidente ahí, que quiso hacer mucho y terminó haciendo poco.