El "socialismo" o "comunismo"

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Orlando López Lozano

Orlando López Lozano

Columna: Así veo las cosas

e-mail: orlandoluis1210@hotmail.com



El "socialismo" o "comunismo" nació como una utopía y como tal muere lentamente.

A mediados del siglo XIX, en el campo de la política y la economía, apareció una utopía sobre la relación del hombre y el Estado, lideradas por Licurgo, legislador espartano, y otros.

A través del tiempo, esta utopía fue tomando forma hasta llegar a hablar seriamente del trabajo, la producción, la plusvalía, la alienación, la explotación del hombre por el hombre y otros conceptos que, desde hace más o menos unos doscientos años, se han quedado enredadas en el tiempo.

Es Rusia, el país más extenso de entonces, quien recoge con afiebrada pasión tal utopía, bajo el nombre de comunismo. Su doctrina se riega por el mundo entero, consiguiendo un considerable número de adeptos, atraídos con una inusitada fuerza, concentrada en la promesa de que el poder es para el pueblo y que la riqueza debe ser repartida equitativamente entre la colectividad.

Este movimiento comunista toma categoría cuando en el espacio de tal idea, aparecen ciertos personajes que, con la fuerza de esas ideas y la organización de una filosofía, un poco ambigua, logran darle forma de doctrina política y económica. Entre ellos podemos señalar a Carlos Marx, hijo de un rabino judío, Federico Engels, Luxemburgo, Trotsky, Lenin y en nuestro medio, Pablo Neruda, García Márquez y otros. De Marx se ha dicho que su comunismo surge como reacción a las concepciones religiosas de su padre.

El más significativo e influyente de todos es, sin lugar a dudas, Carlos Marx; dueño de una fuerza mental avasalladora, logra atrapar y alienar -para usar uno de sus términos- a personas de todos los estratos sociales y políticos y ponerlos con desconcertante fuerza a su disposición, a tal grado que la palabra comunista palidece ante otra que venía abriéndose paso con furor: marxismo, agregándosele más tarde otra: leninismo, formando el binomio marxismo-leninismo principios religiosos a sus seguidores, con la fundación de su materialismo histórico y penetró con fuerza en la inconsciencia política de algunos países latinoamericanos, sembrando el caos y la anarquía social política y Sico espiritual.

Aparece entonces en ese maremágnum político, la figura hitleriana de Fidel Castro, quien, como el caballo de Atila, vuelve estéril el sendero que pisa, convirtiendo a la bella Cuba en una ciudad triste, sin motivos para reírse de nada, dividida en dos partes, la Cuba de alpargatas, de casas viejas y desvencijadas, sin alimentos escogidos, sin ropa seleccionada por el pueblo, sin libertad para hablar, para cantar y bailar, con mazmorras como cárceles para encerrar y fusilar a los que osen situarse en el lado opuesto de su "filosofía". Y la otra cuba, la de hoteles de cinco estrellas, viviendas suntuosas, mágicos paisajes artificiales y calzadas bien cuidadas. La Cuba de los tiranos, a donde solo tienen acceso los turistas y los integrantes del Establecimiento.

Y como Fidel es el más preparado intelectualmente, el más audaz, el más avezado en las estrategias del mal en el manejo de la utopía en cuestión en América, pudo fácilmente conquistar los débiles y casi vacíos cerebros de un Hugo Chávez, un Evo Morales, un Daniel Ortega y otros que no es el caso mencionar, para desestabilizar la verdadera democracia de algunos pueblos de América Latina.

Tal es el trabajo que ha hecho el nuevo socialismo en América Latina, dividir a los pueblos para que se odien y maltraten entre si, para exterminarse unos a otros, para mentir, para arrebatarle, mediante juegos sucios y protervas artimañas, al vecino, lo que le pertenece, valiéndose de tribunales amañados, comprados por una oscura "Izquierda internacional".

Es, ni más ni menos, el caso del "socialista" Daniel Ortega -Presidente de Nicaragua- quien valiéndose de todo ese aparato político internacional, despojó a mansalva a su "hermana" república de Colombia, de 750.000 Kms cuadrados de su zona marina, anunciando, con una vulgar desfachatez, que viene por más. Y no lo dudemos, Daniel Ortega, como discípulo aventajado de Fidel Castro, vendrá, si no lo detenemos, como un gato montés en la noche y se llevará el resto de cayos de nuestro archipiélago.

Es el modo de actuar de los "nuevos socialistas". Hombres honestos, dotados de sentimientos superiores a disposición del bienestar del pueblo, los mismos que preconizan la supresión de la plusvalía, de la explotación del hombre por el hombre, de la propiedad privada, de la libertad de cátedra en la enseñanza, pero con la condición aberrante de que solo se enseñe Marxismo Leninismo y otras "conquistas sociales" que como utopías han fracasado en el mundo de la política, la economía y el materialismo. Es la antítesis del genuino Socialismo, al cual arribaremos por fuerza evolutiva, después de haber superado el Primitivismo, el Esclavismo, el Feudalismo y el Capitalismo.

"El Comunismo o socialismo es un puente entre una sociedad que muere y otra que agoniza", ha afirmado un pensador moderno.