La prosperidad de una nación es la competitividad

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Escrito por:

Franco Nazatte Martínez

Franco Nazatte Martínez

Columna: Comercio Exterior

e-mail: frana.mar@hotmail.com



La prosperidad de una nación no es el resultado inevitable de la abundancia de sus recursos naturales.

Por el contrario, la abundancia de recursos naturales ha evitado que muchos países en el pasado, sintieran la necesidad de desarrollar habilidades competitivas reales.

La prosperidad de una nación depende del nivel de productividad y competitividad de sus empresas.

En un mundo globalizado, las ventajas comparativas son fácilmente reproducidas y mejoradas por los competidores; por ello, la ventaja competitiva se determina por la destreza de una empresa o grupos de empresas de innovar y mejorar continuamente sus productos y servicios.

Ningún país es competitivo en todas las industrias. Japón, por ejemplo, no es competitivo en la industria de "software", en productos de consumo masivo como detergentes y cereales. Por el contrario, es altamente competitivo en máquinas de fax, cámaras fotográficas y otros productos electrónicos de uso doméstico.

La competitividad no es una pertenencia de los países, sino, por el contrario, es un atributo de las empresas. Un país floreciente es aquél que cuenta con una masa significativa de empresas competitivas a nivel mundial, en uno o varios de sus sectores productivos.

La investigación empírica de Michael Porter1 sobre la ventaja competitiva de diferentes naciones demostró que las empresas líderes en cualquier campo, tienden a agruparse en áreas geográficas relativamente pequeñas. Esos gremios se han denominado "clusters" competitivos.

De esta forma, dentro de un país o una región se van creando grupos completos de industrias relacionadas o clústeres altamente eficaces, que permiten crear una ventaja competitiva sostenible.

Las empresas más competitivas infaliblemente cuentan con una demanda local que se encuentra entre las más desarrolladas y exigentes del mundo.

Clientes exigentes permiten que las empresas aprecien y satisfagan necesidades emergentes y se convierten en otro estímulo a la innovación.

Tener a estos clientes cerca permite que las empresas respondan más rápidamente, gracias a líneas de comunicación más cortas, mayor visibilidad y a la posibilidad de realizar proyectos conjuntos. Cuando los clientes locales anticipan o moldean las necesidades de otros países, las ventajas para las empresas locales son aún mayores.

Las compañías estadounidenses de comida rápida son dirigentes mundiales indiscutibles en la industria. Gran parte de su éxito se debe a que han tenido que satisfacer a clientes locales muy exigentes, que valoran la conveniencia, la calidad ajustada y la celeridad en el servicio; ya que no disponen de mucho tiempo para comer.

Ahora que estos atributos son cada vez más apreciados en otros mercados, las cadenas estadounidenses han podido utilizar lo aprendido y conquistar estos nuevos mercados.

Respecto a la industria turística, la demanda local está constituida tanto por los turistas nacionales como los extranjeros que visitan el país.

En esta industria, en lugar de exportar productos son los consumidores los que se movilizan hacia los atractivos turísticos.

Lo relevante de la calidad de la demanda, en el modelo conceptual propuesto, es el nivel de exigencia a que esté sometida una industria de parte de los clientes que atiende en forma directa. Por consiguiente, se debe analizar el volumen y tendencia de crecimiento de la demanda, su origen y grado de fraccionamiento, pero fundamentalmente los gustos, exigencias y grado de sofisticación de los turistas que visitan un destino.

Por último, la existencia de industrias de apoyo especializadas eficientes, crean ventajas competitivas para un país.

Las industrias relacionadas y de apoyo entregan a las empresas pertenecientes al clúster insumos, componentes y servicios, hechos a la medida, a menores costos, con calidad superior, y suministrados de manera rápida y preferente.

Un país competitivo dinamiza la economía de una nación.