Es cuestión de vivir

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Escrito por:

Jorge García Fontalvo

Jorge García Fontalvo

Columna: Opinión

e-mail: jgarciaf007@hotmail.com



No conocí personalmente al gran Ernesto McCausland. Verdaderamente no sé si era casado, si tenía hijos, o cual era su pasión. Todo me hace suponer que el periodismo. La verdad no tengo idea de que equipo era hincha. Aunque tenía la esperanza que fuese del equipo de mi tierra, El Unión Magdalena, seguramente lo era del Junior de Barranquilla.

Efectivamente, no sé nada acerca de aquel soñador y valiente hombre que abandonare este mundo en un momento realmente crucial y difícil de la historia colombiana. Solo sé que se fue un grande del Caribe colombiano. Un grande entre grandes.

Nunca tuve la fortuna de dialogar con él y mucho menos conocerle, sin embargo, cuando hablaba con sus entrevistados en algún programa reconocido del canal regional, parecía que cada uno de los que observábamos al otro lado de la pantalla chica, estuviésemos hablando con él.

Pocas veces le vi. Una entrevista con el Pibe Valderrama, otra con David Sánchez Juliao, y quizá unas cuantas mas con algunos personajes representativos de mi tierra caribeña. No obstante, cada vez que observaba su programa advertía que estaba frente a frente a un personaje diferente a esos que la mercantilista y arribista televisión colombiana está acostumbrada a crear.

No eran entrevistas, o por lo menos eso pienso yo. Realmente parecía algún tipo de charlas espontáneas que recurrían desde el interior más recóndito del pensamiento inescrutable de viejos amigos. De hecho, pienso que McCausland era amigo de todos sus entrevistados. ¿Cómo lo hacía? No lo sé. De lo que estoy realmente seguro es que sacaba lo mejor de sus interlocutores.

No es justo que un hombre de las cualidades humanísticas de Ernesto McCausland tenga que partir tan pronto de este mundo por causa de una enfermedad mezquina y maligna.

Aunque pienso que era un valiente como esos que ya no existen hoy en día. Es posible que algo más grande que él, le convirtiere en una persona poseedora de una fuerza y un ánimo inquebrantable alimentador de esperanza y buenas energías.

Todavía me pregunto: ¿Cómo un ser humano como cualquiera de nosotros es capaz de soportar tanto dolor y sufrimiento por causa del destino desaforado que nos dirige irremediablemente, de una u otra manera, en dirección de una losa fría y sin vida?.

¿Cómo es posible vivir feliz en medio de tanta injusticia? ¿Cómo es posible vivir plenamente en medio de un telón marchito a causa de la muerte y la enfermedad que nos acorrala?

No encuentro respuestas a esos interrogantes, no obstante, observo que muchas personas en el mundo, además de McCausland, día a día lo hacen: deciden vivir antes que morir.

Muchas personas en el mundo, en este preciso momento, pese a sus problemas, dolores y sufrimientos encuentran una esperanza nueva para seguir adelante, porque realmente es cuestión de vivir y ser feliz, y no cuestión de morir por causa del olvido, el temor o la desesperanza.

Aunque estas líneas tienen por objeto rendir un homenaje a aquel hombre luchador y amante acérrimo de la vida, rendir un homenaje al gran Ernesto del Caribe colombiano. También tiene como objetivo rendir un homenaje a aquellas personas que hoy, en algún lugar del planeta, se enfrentan valientemente a las más refinadas y malignas armas de la muerte.

A todos ellos mis mejores deseos. Y que el Dios de los cielos ilumine su camino y les dé la fuerza necesaria para vencer a nuestro mayor enemigo. Porque en realidad, es cuestión de vivir.

Adiós al gran Ernesto McCausland. Que en paz descanse.



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