La Corte Internacional de Justicia, le hizo una nueva liposucción a la geografía colombiana

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Escrito por:

Halinisky Sanchez Menéses

Halinisky Sanchez Menéses

Columna: Opinión

e-mail: halinisky@hotmail.com



Todos los colombianos experimentamos el dolor de Patria y el sentimiento de indignación que produjo el fallo de la Corte Internacional de Justicia, que reconfiguró los límites marítimos entre Colombia y Nicaragua, lo que conllevó a la pérdida de casi setenta y cinco mil kilómetros de aguas que hasta el 19 de noviembre de 2012 le pertenecían a Colombia.

El famoso diferendo data desde la mismísima firma del Tratado Internacional Esguerra-Barcenas que definió el paralelo 82 como un límite entre Colombia y Nicaragua, pero en realidad desde la ascensión al poder del frente sandinista en cabeza del presidente Daniel Ortega, la reclamación de Nicaragua sobre territorio colombiano se convirtió en ese país en un asunto nacional, una cortina de humo muy conveniente que la ha servido a esos gobiernos para distraer los verdaderos problemas de Nicaragua.

Pero la pérdida sistemática de territorio no es nueva en Colombia, estos procesos de liposucción han venido dándose desde los mismísimos albores de la Independencia, recordemos que nuestro país al momento de su Independencia contaba con una superficie de 2.583.000 km² (sin contar con el área marina actual), territorio que fue perdiéndose a mordiscos de 1830, sin que nuestras élites detentadoras del poder les importara o hicieran un esfuerzo consistente por mantener como nuestras bastas y riquísimas tierras.

Por allá en 1891 cedimos cobardemente a Venezuela parte de la guajira y de Maracaibo, en lo que hoy es el Estado Apure y los municipios de Maroa y Atapabo, perdimos el departamento de Quito con Ecuador en el siglo XIX, con Perú y Brasil perdimos grandes extensiones de la amazonia entre 1853 hasta 1922, y ya con Nicaragua habíamos perdido la costa de mosquita en 1894, pero sin duda la pérdida de territorio más significativa y vergonzosa fue la del istmo de Panamá en 1903, territorio que se perdió sin intentar si quiera su defensa militar y por si esto fuera poco se vendió la dignidad del país a los norteamericanos por unos sucios dólares.

Como se ve el recorte hecho por la Corte Internacional coloca a Colombia a tono con las últimas tendencias de la estética y le hace una liposucción a su mar territorial, repitiéndose la triste historia que ha marcado la inepta política de límites de nuestros diferentes gobiernos.

Ante esta situación se ha vaticinado la aniquilación de la pesca artesanal de los sanandresanos de la cual deriva su sustento la mayoría de habitantes de la Isla, la imposibilidad de aprovechar la biodiversidad y los recursos minerales petrolíferos de esta considerable porción de mar y aún más preocupante la pérdida de control sobre el tráfico de drogas, los mafiosos deben estar celebrando.

Ante el anterior paisaje, muchos sugieren desacatar el fallo de la Corte Internacional de Justicia, ante lo cual nos surgen tres interrogantes:

¿Pese a que voluntariamente los gobiernos colombianos se hicieron un Estado aparte de la Corte Internacional, debemos desacatar los fallos de este organismo de justicia transnacional cuando no nos gusta?

¿Es correcto someter a Colombia al escarnio internacional a la manera de Corea del Norte e Irán, como un país que no respeta el derecho internacional?

¿Quién falló, la Corte Internacional o nuestros gobiernos que nunca se preocuparon por definir los límites de nuestro territorio desde la misma Independencia?

Consideramos que ya no se puede llorar sobre la lecha derramada, y que en vez de pelear con Nicaragua que no es el enemigo, debemos luchar más bien con el atraso y el abandono estatal en San Andrés, la tarea histórica del Presidente Santos es concretar recursos y medidas que garanticen unas condiciones de vida digna a los isleños con el Mar que nos quedó, potenciando las oportunidades de este territorio insular, Dios quiera que esto redunde en la inversión y la atención prioritaria que durante más de un siglo ha suplicado San Andrés.

Por último lo que si es procedente, es formular un recurso de aclaración del fallo ante la CIJ, como quiera que el fallo está plagado de confusiones y mandatos oscuros, en dichos recursos deberá manifestarse a este órgano internacional el derecho de libre navegación de los pescadores colombianos y los efectos de la lucha antidrogas.

Cristo nos redima.

Clavos y Canela: Los medios de Comunicación se escandalizan por la declaraciones del Senador Roberto Gerlein, sobre el matrimonio homosexual. Acaso la libertad de opinión es solo para los Lgtbi, no tiene derecho el senador a oponerse a la destrucción moral de nuestra Patria, no podemos expresar nuestra preocupación por los efectos que tendrá la homosexualización de la sociedad, ¿Es esto una democracia o una dictadura gay?