El fascista obligado

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Tulio Ramos Mancilla

Tulio Ramos Mancilla

Columna: Toma de Posiciones

e-mail: tramosmancilla@hotmail.com

Twitter: @TulioRamosM



Dos días después de que Obama ganara la reelección, la campaña de Romney perdió el control de su página web, y en consecuencia, publicó equivocadamente unos avisos prefabricados de celebración de la victoria electoral, como si, en efecto, el republicano multimillonario mormón fuera hoy el presidente de los gringos, en lugar del hijo del africano y de la mujer blanca que lo parió, dicen, en el territorio volcánico e insular de la más joven de las cincuenta estrellas de la bandera yanqui (que, como sabemos, se asemeja a la del Junior), el mismo que en su primera juventud fumaba más hierba que Beavis and Butthead juntos, como lo muestran las fotos de la época que han logrado filtrarse.

El hecho que se prueba con esto es que Romney en serio contaba con ganar, es más, ¡estaba seguro de que así sería! Bonita sorpresa le deparó el pueblo norteamericano al final a este señor, que amenazaba, aunque suene raro, con ser más imbécil aún que Walker Bush.

Hace unos meses el líder cubano Fidel Castro, a través de una de las columnas que voluntariamente ya ha dejado de publicar, definió a Obama como "un fascista por obligación", en evidente referencia a la imposibilidad estructural que enfrenta el hombre de Honolulú para hacer más cosas correctas en nombre de su devaluado país, y en bien de la sometida humanidad. (Me pareció un apunte preciso el del viejo guerrillero barbudo, que, mientras cultiva tomates, espera pausado a la vera del camino para ver caer uno a uno a sus enconados enemigos).

Y es que Obama encarna, como muchos lo han recalcado, el mal menor; o, en palabras contradictorias bien traídas al caso, se trata, simplemente, del menos peor de los presidentes para nosotros. Al menos lo es para los que consideramos que Estados Unidos es, de verdad, el socorrido policía del mundo, sí: uno torpe y corrupto, que sirve apenas para proteger sus propios intereses, y para tragar donuts con fruición, como lo hace el de Los Simpsons. Tal cual.

Sin embargo, yo creo que la camisa de fuerza para quien quiera que logre ser presidente de los Estados Unidos no se agota en lo institucional. Es cierto que el derecho constitucional gringo evitaría en todo caso que aquel país sufriera cambios trascendentales dentro de cualquier escenario político, pues no existe para ellos la posibilidad de que llegue de buenas a primeras un populista de coyuntura que cambie abruptamente el espíritu sembrado por sus llamados padres fundadores, el que, valga decirlo, cuando les conviene, sí tiene plena vigencia.

Eso está claro. Pero intuyo que la cosa va más allá. Creo que es la no tan limpia gente común de la potencia del norte la que permite que las cosas sigan siendo como son. Me explico: si en realidad no existiera un pleno soporte popular en cuanto a, digamos, la política exterior de los Estados Unidos, sus dirigentes no se atreverían a hacer lo que hacen donde sea que meten sus narices.

Esto que digo contradice la creencia extendida y repetida de que el pueblo gringo -bonachón, bromista, fumado- es prácticamente inocente de lo que sus "perversos" jefes, "a espaldas de la nación", "por su propia cuenta y riesgo", hacen y deshacen más allá de sus fronteras. Esa, ciertamente, es una falacia que con el primer cuatrienio de Obama ha terminado de comprobarse.

Fidel, que no es ningún finquero subido a un caballo sosteniendo un tinto, sino un internacionalista reconocido y autorizado, bien sabe con quienes ha estado lidiando durante medio siglo (Kennedy, el Golden Boy de Boston, católico, mujeriego, defensor de los afroamericanos, y demócrata, contra todo pronóstico intentó invadir a Cuba -a través de unos idiotas útiles-, de lo que salió derrotado, y muerto, menos de dos años después).

Tal vez por eso el Comandante no cree en fantasías liberales, y nunca creyó eso de que Obama lograra sacar a su ejército torturador de Guantánamo, lo que debía cumplirse en el primer año y medio del gobierno que finaliza. Esperemos a ver qué nueva cosa para limpiar la imagen de los mismos que quisieran verlo acabado tendrá que dejar de hacer el reelegido presidente.