Los falsos argumentos de la extranjerización de la tierra

Columnas de Opinión
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En Colombia estamos acostumbrados ver que algunos políticos como Roy Barreras, Armando Benedetti, Jorge Enrique Robledo, Juan Lozano y Hernán Andrade, entre muchos más, utilizan como estrategia en sus iniciativas de Actos legislativos, persuadir a las masas (población) más con sentimientos que con razones. Esta práctica es conocida como Chauvinismo.

Los expertos en la materia aseguran que se trata de un "comportamiento delirante que esconde un sentimiento neurótico de inferioridad en forma paranoica en su manifestación de delirio de grandeza". Es decir, suele considerarse como una señal de nacionalismo y como tal suele acompañarse de la manía persecutoria de echarle la culpa siempre a otros países de los males propios del nuestro. Estas manifestaciones perversas y peligrosas por lo general están asociadas a ideologías totalitarias y xenófobas.

Lo que está sucediendo con el debate de la extranjerización de la tierra en Colombia, es un claro ejemplo de chauvinismo político. De hecho, el Ministro de Agricultura, Juan Camilo Restrepo, lo había expresado en un debate en la Comisión Primera de Senado.

Allí, los senadores Hernán Andrade del Partido Conservador, Juan Lozano de la U y Jorge Enrique Robledo del Polo Democrático, han pretendido frenar la inversión extranjera en Colombia a través, no de uno, sino, de tres proyectos de Ley distintos -ni en eso son capaces de ponerse de acuerdo- cuya finalidad es establecer unos límites de compra de tierra a los inversionistas extranjeros.

Los argumentos esgrimidos por los congresistas autores de las iniciativas en mención, carecen de todo tipo de análisis técnico objetivo y de argumentos contundentes que sustenten la innecesaria modificación a la Constitución Política de Colombia. Todos estamos de acuerdo que debemos ejercer un control a la compra masiva de predios rurales por parte de grupos de inversionistas extranjeros, pero diferimos de la posición arrogante, de impedir o limitar la inversión extranjera en el sector agropecuario de Colombia.

El tema es el siguiente: La Ley 160 de 1.993, establece que las tierras baldías del Estado deben ser entregadas solo a los pobres del campo y en pequeñas proporciones que no pueden ser aportadas a un proyecto productivo rentable en alianza con un inversionista agroindustrial.

Esta absurda y equivocada política de tierras, además de la falta de inversión en infraestructura rural y la presencia de la guerrilla y paramilitares, son los culpables, que en 19 años Colombia no haya podido superar una superficie agrícola de 4 millones de hectáreas y estemos importando más de 8 millones de toneladas anuales de alimentos, generando esos empleos en países como Estados Unidos, Ecuador y Argentina, entre otros.

Como quiera que en Colombia tenemos más de 4 millones de hectáreas baldías (abandonadas y sin explotar) en las regiones de la Altillanura, Catatumbo y los Urabá antioqueño y chocoano, el Gobierno propuso en el Plan Nacional de Desarrollo explotar estas tierras a través de contratos de arrendamiento a largo plazos con grandes inversionistas nacionales y extranjeros, además de promover las alianzas estratégicas entre pequeños campesinos que les han entregado pequeñas parcelas (que no tienen acceso a crédito, a asistencia técnica y a una comercialización a precio de mercado de sus cosechas) con grandes empresarios agroindustriales para que pasen de tener ingresos de $280.000 a 2 millones de pesos mensuales en promedio.

Pues mis queridos lectores, lamento decirles que el Chauvinismo de estos congresistas -con estos proyectos de ley-, va a permitir que 11 millones de pobres campesinos colombianos sigan viviendo en la indigencia y en la pobreza absoluta. Además de permitir que los grupos ilegales sigan explotando esas tierras. Qué horror!



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