El estiércol del demonio

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Francisco Galvis Ramos

Francisco Galvis Ramos

Columna: Contrapunto

e-mail: contrapunto@une.net.co



Recuerdo de mis lecturas juveniles que fueron nada menos que Giovanni Papini quien llamó al dinero "el estiércol del demonio". Para Papini el dinero era eso, la boñiga del renegado y no tendría por qué haber dejado de serlo por el solo correr de los tiempos. En alusiones múltiples otros se han referido al mismo tema, muchas veces en alarde de exigente humor.

Véase por ejemplo que para un señor italiano de nombre Carlos Dossi, no pocos han obtenido el título de "honestos" con solo conseguir dinero y de esos sí que hay en la viña del Señor que, con riqueza propia o ajena, secuestran la democracia allí donde se les antoja y siguen tan "honestos", como ya pasó en lares no muy lejanos cuyos nombres es mejor no menear.

Y por cierto que bulla por ahí verdadero antiguo proverbio árabe que indica que a "los perros que tienen dinero se le llama señores perros" y para allá es que vamos, a tener muchos señores perros. ¿O creerán ustedes que negociar los términos de la esquiva paz es asunto de meros ideales y no un tire y afloje que siempre llevará dinero de por medio?

No sabría decirles a ustedes, porque ese ha sido un secreto muy bien guardado, ¿cuál fue finalmente el monto del estiércol del demonio que se echaron a las billeteras los del M-19 para dejar las armas?, ¿ o no ir a las cárceles ? y disponerse a legislar y a gobernar con todo el desenfado posible, gentes aquellas sin los más mínimos asomos de vergüenza y aflicción en el corazón.

Lo dijo Peter Ustinov, que "el dinero corrompe, sobre todo a aquellos que no lo tienen", y más fácil cuando están dispuestos a recibirlo. Es el maná que sacia a cándidos angelitos que jamás han asesinado, tampoco secuestrado, no conocen ni por equivocación la práctica del abigeato, ni han tenido qué ver con el tráfico de armas y narcóticos y solo que en el caso de la oligarquía de las "Farc" se trataría de un caso de desbordada codicia, teniendo como tienen que tener dinero a extremos superlativos en cajas, bancos, caletas y semovientes.

Alguien citó es estos días al muy famoso Groucho Marx, quien dijera que hay bastantes cosas en la vida mucho más importantes que el dinero y que cuestan y valen mucho más que el dinero mismo, como la dignidad de este pueblo aherrojado por décadas por una sucesión de bandidos que ahora se las dan de próceres y "yo no fui".

Quién que no esté en trance siquiátrico podría oponerse a la paz pero, perdóneseme, los que sí están chalados, chiflados, enajenados e idos son todos esos que están dispuestos a aceptar el precio indigno, por tanto inaceptable, de la impunidad y de elevar a los altares de la democracia para que desde allí oficien, como si nada, a verdugos y malhechores que no dan signos de arrepentimiento y nos ofenden con su reiterado cinismo. Esa no sería la paz sino la rendición del Estado y a esto sí que nos oponemos fervorosamente.

Tiro al aire: mucho temo que lo que se cocina en Cuba sea algo así como una mezcla de rila de "pájaros" y extracto de cañafístulas.