Galán, 23 años

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Alvaro González Uribe

Alvaro González Uribe

Columna: El Taller de Aureliano

Web: http://eltallerdeaureliano.blogspot.com



El pasado sábado 18 de agosto, antier, se cumplieron 23 años del asesinato de Luis Carlos Galán. El dolor por el líder y el amigo siempre estará ahí, pero cada día en Colombia nos crece otro dolor mayor porque tiene otra dimensión: ver vigente y repotenciada esa terrorífica máquina que lo mató, quizás con menos espectáculo y colorido pero más eficiente y con estragos extendidos a más sectores de la vida nacional.

Alguien decía hace poco que sin la prohibición de las drogas no habrían matado a Galán ni hubieran caído las demás víctimas de los narcotraficantes. Pensamiento con lógica simplista a primera vista, pero absurdo e inane. A Galán lo mató ese espíritu colombiano de ambición adobado con desprecio por las leyes, concretado en ese caso por el narcotráfico y personalizado por Pablo Escobar, pero que es el motivo y la causa de múltiples actividades y el alma de las personas que las realizan.

Galán fue el dirigente nacional que enfrentó con más firmeza al narcotráfico, pero también se fue de frente contra todas las formas de corrupción, contra todas las formas de inequidad y contra todas las formas de explotación abusiva existentes en Colombia. Lo asesinó una de esas corrupciones, quizás la más burda y cruel, pero las otras también se sentían incómodas con el líder, y más de uno celebró esa muerte cometida por otro sector dañino como el suyo.

¡Cómo ignoramos la historia de Colombia!, y en el caso de Galán sí que nos hace falta conocer sus ideas sobre tantos temas, porque una de sus mayores cualidades fue la integralidad del discurso: no solo "le cabía el país en la cabeza", sino que lo tenía en su cabeza de una manera casi obsesiva. Su discurso no era solo contra el narcotráfico, ni muchos menos Pablo Escobar era su motivo de acción política. Para Galán, Escobar era uno de los escollos -muy poderoso, sí- para tener una Colombia mejor, y combatió su actividad como combatió tantas otras en su propósito de cambiar y renovar las costumbres sociales y políticas.

Pese al protagonismo anterior e incluso actual de Pablo Escobar, la historia de Galán y su ideología no pueden ser succionadas por el capo. Eso sería limitar necia e injustamente la gran dimensión del líder, y además, sería dilapidar todo un bagaje ideológico y programático que aún no ha perdido vigencia, pese al correr de 23 años.

Imposible mencionar en este espacio las ideas que pregonaba Galán sobre tantas temáticas nacionales e internacionales. Por eso invito a los lectores a que consulten su pensamiento por cualquier medio, muy fácil de encontrar, y de paso "desescobaricen" a Galán.

"En Colombia tenemos más territorio que Nación y más Nación que Estado", era una de sus frases preferidas. Encierra gran parte del pensamiento político, social y económico de Galán. Si se sabe leer con profundidad allí caben todos nuestros males históricos: la inequidad, la desinstitucionalización, el centralismo, la injusticia, la impunidad, la pobreza, la corrupción y la criminalidad, entre otros.

La máxima expresión del Estado es la Constitución Nacional, y pese a que tenemos una Carta admirable, robusta en derechos y obligaciones -incluso la anterior a 1991, vigente con Galán en vida- la misma no llega a todos los habitantes (Nación) ni alcanza a todo el territorio del país. Ni llega ni se cumple a cabalidad. Por eso la gente creía en Galán: porque percibía claramente su voluntad decidida de hacer cumplir las leyes y las ideas que pregonaba. En una palabra, le tenían confianza, él la generaba.

De allí la desesperanza que nos nació a millones de colombianos esa noche del 18 agosto de 1989 hace 23 años. Infortunadamente no estábamos equivocados en nuestro desconsuelo. Colombia ha empeorado y no hemos vuelto a tener un líder de la dimensión de Galán.