La confianza

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Gustavo Hernández López

Gustavo Hernández López

Columna: Opinión

e-mail: gusherlo@hotmail.com



Se trata de una virtud o factor de suma importancia en la vida de las personas, de los pueblos, de las empresas, de los productos y tiene que ver con los niños, los adultos y los mayores. En la medida en que se obtiene o se pierde se está logrando el éxito o el fracaso.

No se puede jugar con ella o dilapidarla sino por el contrario acrecentarla e incrementarla todos los días por cuanto depende de ese elemento humano y a veces no nos damos cuenta de que gracias al mismo podamos ver el presente y el futuro despejado, sosegado y principalmente seguro.

Hemos observado en el mundo y aquí mismo en nuestro país de que los gobernantes que generan confianza por sus actos, por sus decisiones, por su valor civil, por su prestigio derivado de ella, pasan a la historia y siempre serán extraordinariamente bien recordados.

En cambio ha sucedido, sucede y seguirá sucediendo que Jefes de Estado, queridos, admirados y respetados por sus naciones, por causa de determinadas acciones, decisiones o posiciones en el ejercicio de sus funciones, se dejan conocer el cobre como se dice en lenguaje coloquial y apenas normal pierden la confianza y la credibilidad de sus mismos electores y se les viene abajo el andamiaje y respaldo político.

Cuando se posee confianza en sí mismo se alcanzan grandes hazañas y metas que parecen inalcanzables en el ámbito político, militar, empresarial, económico, deportivo, artístico y en suma en cualquiera de las actividades que desarrollan las personas en el discurrir de su existencia.

La confianza es interna y externa: La primera es la convicción íntima de que podemos y somos capaces de ejecutar la faena que se nos presente en cualquier campo. La segunda es hacia los demás, significa simplemente una serie de actos, determinaciones, el ejemplo mismo y la aureola que se nos ha formado hacia afuera, producto de nuestra personalidad.

Tenemos que ser consecuentes, esto es que haya consonancia entre lo que pensamos, transmitimos y nuestra propias actuaciones. Cuando no existe esa concordancia manifiesta, lo único que logramos es la confusión, la decepción y naturalmente la desconfianza.

En el caso más diciente y más primario, en tratándose de la educación de un niño, él percibe y gana o pierde confianza con su padre o madre o con sus parientes más cercanos con aquello que ve y capta y acordémonos que ellos son una esponja que absorbe todo y graba íntegramente en su mente. Tiene en consecuencia que haber coherencia entre lo que se enseña con el mismo proceder de la persona mayor que está orientando a esos pequeños seres, a los cuales ante todo es necesario darles confianza e inculcarles la autoestima para que adquieran la confianza en sí mismos.

Todo líder se tiene confianza y se gana la confianza, es decir la confianza es inherente al liderazgo, justamente porque actúa en todos los instantes en forma consecuente. Es auténtico, claro, sincero y piensa en los demás y se preocupa por ellos. Es una de las características con las cuales sobresale quien siente y maneja el magnetismo intrínseco pero manifiesto que se nota en el poder del liderazgo.

Aquél que en el plano político es demagogo, populista y efectista no está pensando sino en el engaño hacia su pueblo y despierta fervor pero no confianza dado que no hay consistencia de su mensaje en el tiempo y siempre termina como opresor y consecuencialmente su final es trágico. Observemos lo que ha pasado en los últimos tiempos con los gobernantes del Medio Oriente, quienes han caído como Gadafi, Mubarak y otros. Ese es el ocaso de la mayoría de las dictaduras.

Entonces si hemos sido generadores de confianza es por el hecho mismo de habernos ganado ese plus y por tanto mereceremos el respeto y el cariño de las masas, de los empleados, de los soldados, de los hijos y de los familiares y del sin número de personas que nos rodean en el círculo macro y micro en donde nos encontremos.

El ganar la confianza abre las puertas grandes y pequeñas, quien la pierde se las cierra. Confían en él o en ella y se les entrega todo. Perdida la misma, se desbarata todo. Con confianza hacia adentro y hacia afuera habrá triunfos y satisfacciones. Perdida ésta se recibirán los golpes del descalabro y de la frustración.