Al pan, ¡pan!

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Francisco Galvis Ramos

Francisco Galvis Ramos

Columna: Contrapunto

e-mail: contrapunto@une.net.co



No fue por obra y gracia del Espíritu Santo que se llegó a la contra reforma constitucional que el representante Simón Gaviria, presidente de la Cámara, confesó haber leído por encimita, lo que de por sí es vergonzoso, aunque, sospecho, no la leyó ni por el forro antes de estamparle la firma, sino que como se dice en criminología, ese asunto tuvo un minucioso iter criminis hasta alcanzar el punto escandaloso al que ha llegado.

El golpe asestado a la Constitución por Santos, Vargas Lleras, Esguerra Portocarrero y la abrumadora mayoría de parlamentarios tiene, no los visos, sino la realidad macabra de aquellos actos bárbaros cometidos con premeditación y alevosía.

Con el correr de los días ha quedado claro que la Presidencia, el Congreso y las Cortes, menos el Consejo de Estado y estaría por verse, venían obrando concertadamente, cada quien armado con afilada y punzante daga, y la prueba plena de ello está en otra norma expedida con anterioridad por el mismo Congreso de marras, que tuvo como finalidad librar a los congresistas de las ataduras de los impedimentos para votar los proyectos de actos legislativos, también bajo la inspiración y los auspicios del ministro Vargas Lleras, del mismo que ahora le hurta el cuerpo a las graves responsabilidades que le caben y que como gusano de barranco anda resguardado como si se lo hubiese tragado la tierra.

Trágica la suerte de los autores del irresponsable acto vandálico, porque no contaban con la reacción airada de la opinión pública que, unánime, se vino en contra del esperpento desde las redes sociales, especialmente Twitter, protesta que al momento contagió a los medios de comunicación, incluídos algunos que han solido derrochar incienso y mirra a todos los gobernantes en turno y por cierto que me refiero al señor Arismendi Posada.

Los conjurados, a cuya cabeza está el presidente de la República, lanzaron aquella arma arrojadiza llamada bumerán que, devolviéndose hacia ellos con extraordinario vigor, los ha dejado a todos sin excepción en estado de coma y sin atinar a saber cómo salir del atolladero, incluso proponiendo nuevas violaciones a la Constitución.

Pase lo que pase con la abominable creatura, hay que mantener en pié la propuesta de Asamblea Nacional Constituyente, para reformar no solo la Justicia, sino también al Congreso, orígenes de todos los grandes males de la Nación. En Colombia hay empleados judiciales en abundancia pero escasa justicia; en Colombia hay Congreso pero no hay congresistas y esas son dos cosas que hay que revaluar seriamente y sin una sola concesión.

De todos los autores del daño, ninguno ha tenido el valor y la hombría de bien para responder por los perjuicios causados a la sociedad. Pero tranquilos que los ciudadanos no somos majaderos y los tenemos bien individualizados y reseñados con letreros alegóricos puestos en sus "distinguidos" pechos.

Llamando al pan, ¡pan!, hasta aquí le llegó la pretendida reelección al doctor Santos y aquí murió la codicia presidencial del doctor Vargas Lleras.

Tiro al aire: entonemos un réquiem por Santos y Vargas Lleras, almas benditas.