Derecho a ser políticamente incorrecto

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Germán Vives Franco

Germán Vives Franco

Columna: Opinión

e-mail: vivesg@yahoo.com



La muerte reciente de Rodney King, me lleva a reflexionar sobre lo acontecido en 1991 en Los Ángeles, California, cuando King fue brutalmente golpeado por varios policías.

La absolución de los agresores provocó desordenes por varios días en algunos vecindarios negros de Los Ángeles, y cesaron solo cuando King apareció en televisión y preguntó a sus conciudadanos: ¿Can we all just get along? (¿podríamos todos simplemente llevarnos bien?)

Este incidente provocó reformas al interior del cuerpo de policía de Los Ángeles, y dejó en evidencia que el racismo goza de buena salud. Obligó a toda una nación a reflexionar y a hablar sobre un tema que por razones históricas ha sido tabú.

Cada sociedad trata de lidiar con sus equivocaciones históricas lo mejor que puede. En los Estados Unidos con respecto a la discriminación racial, se han intentado distintas cosas: el Movimiento de los Derechos Civiles, pasando por decisiones judiciales tales como Brown 1954 y 1958, que marcaron el comienzo del fin de la segregación racial de las escuelas, y en tiempos modernos el programa de Acción Afirmativa.

En el Norte, a pesar de los avances sociales y normativos alcanzados, todavía suceden casos parecidos al de King. Actualmente hay un caso que ha capturado la atención nacional porque un muchacho negro en La Florida fue asesinado por un hispano. Se cree que este incidente pudo haber tenido motivaciones raciales.

Podemos cambiar las leyes fácilmente, pero es difícil cambiar los prejuicios de los seres humanos. Todos somos prejuiciosos en mayor o menor escala, y esto incluye a aquellos grupos que han sido tradicionalmente discriminados por distintas razones.

Cuando no nos atrevemos a enfrentar los temas que nos incomodan, recurrimos a artilugios idiomáticos como estrategia de evitación. Flaco favor le hacemos a la causa de la lucha contra la discriminación al impedir que nos miremos al espejo de nuestros prejuicios colectivos.

Hoy, un negro es afro-descendiente, un homosexual o lesbiana es gay, para mencionar solo algunos. Es sano llamar a las cosas por su nombre. El problema no es nominativo ni de formas sino de fondo. El león no deja de serlo porque le llamemos gatito lindo.

Los gobiernos intentan proteger a los grupos discriminados, pero siempre está latente el peligro de que se les vaya la mano. La línea divisoria entre el derecho a no ser discriminado y el derecho a la libre expresión es muy fina, y el excesivo celo por garantizar lo primero, puede llevar a lesionar gravemente un derecho aun mucho mas fundamental como lo es el de libertad de expresión.

Es asunto complejo y de alta filigrana delimitar la esfera de acción legítima del estado sin vulnerar los derechos y las libertades ciudadanas más fundamentales.

En Colombia, al asambleísta Mesa, le han llovido toda clase de insultos, demandas, revisión de hoja de vida y demás, por unos comentarios contra el Chocó. No comparto las opiniones de este señor, pero siento que se podría estar violando el derecho de este señor a opinar libremente. El celo excesivo siempre lleva a la injusticia.

Prefiero las expresiones irrespetuosas e ignorantes por muy racistas o discriminatorias que puedan parecer, a la discriminación silenciosa, que es a la que podría llevar la ley antirracismo en Colombia. Al igual que el incidente de King en los Estados Unidos, el asambleísta Mesa nos recordó que en Colombia somos racistas, entre otros istas, aunque nos esforcemos en negarlo.

La discriminación se soluciona efectivamente, tendiendo puentes que faciliten el entendimiento y conocimiento entre grupos diversos, logrando así que logremos vernos como iguales, a pesar de las diferencias accidentales.

La discriminación es un problema colectivo, aunque lo expresen individuos, y por tanto las soluciones deben aplicarse colectivamente. La discriminación es primero un problema sociológico antes que legal.

Rodney King se convirtió, sin querer, en símbolo de la lucha contra la discriminación. Mesa, por su parte, es símbolo voluntario de algo equivocado, y como símbolo que es, debería servir para que algo cambie en nuestra sociedad. La justicia que lleva a la paz, solo puede ser ciega, si sus ciudadanos también lo son.