La cultura de la drogadicción

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Escrito por:

Ramón Palacio Better

Ramón Palacio Better

Columna: Desde el Centro Azul

e-mail: ramonpalaciobetter@yahoo.com



El mundo de la cultura en general, infortu-nadamente hoy en día, lleva asociado un efecto adyacente desarrollado casi en paralelo y es el consumo de drogas y estimulantes.

Desde el típico tradicional vino o aperitivo en un almuerzo, comida, hasta en las fiestas, en donde hoy en día se consumen grandes dósis de alcohol, cocaína y drogas alucinógenas, nos indican claramente que la cultura de la drogadicción se evidencia en todas partes.

No pretendo ejercer de puritano para algunos, ni hacer de aguafiestas para otros, cuando además, el que escribe, no ha probado ningún tipo de sustancias alucinógenas, ni de la heroína, ni de sus derivados, ni marihuana, ni bazuco; lo que deseo en este artículo periodístico apunta exclusivamente a que debemos detener el enorme incremento y banalización en el consumo de estas determinadas sustancias, en definitiva, de la cocaína, que desde hace algunos años, según nos cuentan hoy expertos en el tema, no es, ni la sombra de la que era, debido a la cantidad de cortes que sufre en el mercado negro.

Esta droga, que se extendió con especial vehemencia en nuestro país durante los círculos culturales de las décadas de los años 70 y 80; ha estado considerada entre algunas de las élites sociales de nuestra nación, casi como un objeto de culto. Su efecto inmediato de euforia, de pérdida del cansancio, de aumento de la sociabilidad, hacían de esta sustancia un complemento ideal en las veladas, inauguraciones, cócteles, reuniones, fiestas o incluso para salir a actuar y siempre estar a tono. En innumerables actuaciones de reconocido prestigio y fama, han consumido grandes cantidades de cocaína en sus diversas galas.

A su vez, muchos ciudadanos pertenecientes a determinadas competencias profesionales, han sido unos verdaderos especialistas y maestros fumando marihuana, y empolvarse la cara, la nariz y la boca con cocaína, en cualquier parte, o en cada una de sus intervenciones públicas o privadas. En la mayoría de ciudades del planeta, no ha pasado desapercibido en muchísimos ciudadanos, el consumo de estas sustancias alucinógenas.

Reconocidos personajes de distinta índole, hoy en día registran en sus entrevistas y valientes declaraciones, que han consumido marihuana y excesivas cantidades de cocaína durante muchos años. Sin embargo, lo que al principio le excitaba y estimulaba su cerebro, terminó convirtiéndose en un lamentable bloqueo mental que le impedía estar vivo y seguir participando en sociedad que lo distinguía, hasta finalmente, acabar por dejar definitivamente ese peligroso vicio de consumir drogas alucinógenas y fumar marihuana.

Imagino además que la calidad de lo que pudiera conseguir hoy, quien consuma drogas alucinógenas, no es lo habitual, pues, lo que hoy se encuentra en el mercado de las drogas, es la droga adulterada en su composición y sustancias; esto es un hecho muy preocupante de grandes y peligrosas consecuencias, pues la adulteración de las drogas trae consigo una serie de efectos secundarios violentos en el organismo de la persona, especialmente en el cerebro y en la mente de quienes la consumen.

La falta de pureza en la sustancia al ser adulterada, hace que los consumidores tengan que acudir con más frecuencia y regularidad, a buscar más droga, porque el efecto que produce, a la larga, es mucho más corto o menor, provocando una evidente sensación de desespero, ansiedad, nerviosismo y empavamiento, como igualmente una manifiesta inestabilidad emocional y psíquica de rasgos y desequilibrios mentales, altamente peligrosos.

Por lo general los que consumen drogas cuando avanza la noche cada vez están más solos, aun cuando todo les parece que va como la seda, cuando está drogado, pero como empiece a faltarle gasolina, comienza el rugir de los dientes, los gritos, las caras largas y las patadas en la espinilla. Después de haberse profesado amor eterno, ser los mejores amigos del planeta, hace un quiebre en la conversación para sin que nadie le vea, desaparecer con otros pocos, a un lugar escondido y lleno de provisiones de drogas, y dejarle allí solo, porque con él ya no hay suficiente en el futuro reparto.

Así que la ideal, euforia y sociable sustancia se convierte en una despiadada, egoísta y desconsiderada droga, que une y desune al arbitrio, no les importa, ni es de su interés la calidad de las personas, que está junto al consumidor, lo que le importa verdaderamente al costo que sea, es la cantidad de material alucinógeno que posea en esos instantes, el personaje que lo acompaña, si no tiene, adiós luz que te guarde el cielo, porque desaparece al instante; tremendo.

La cuestión estriba en que el consumo habitual está demasiado extendido y cierto tipo de conductas derivadas de él, afectan de alguna manera el entorno de la cultura; cuando quienes la consumen registran haber consumido demasiadas drogas de manera habitual, por lo general tienden a sufrir cierto tipo de desequilibrios físicos, en donde los más acentuados son los desequilibrios psíquicos en la personalidad, hipocondrías, estados de ansiedad permanente, manía persecutoria, insomnio, agresividad desmedida o bipolaridad.

Para poder actuar como seres humanos, debemos elevar y oxigenar el entorno, respetando nuestra manifiesta naturalidad, evitando por todos los medios entrar en esa equivocada espiral sin retorno, alimentando el corazón de buenos sentimientos y mejores modales para dignificar la personalidad humana, y poder ser capaces de disfrutar, recrearnos y sostenernos con lo que Dios nos ha dado, y amar la vida de verdad, verdad.



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