El justo precio

Columnas de Opinión
Tamaño Letra
  • Smaller Small Medium Big Bigger

Escrito por:

Germán Vives Franco

Germán Vives Franco

Columna: Opinión

e-mail: vivesg@yahoo.com



Hace algún tiempo escuché decir a un lugarteniente en una reunión política que ellos habían pagado el justo precio para estar donde estaban.

Se había estado conversando de estrategia política, y yo los invitaba a hacer política sostenible. Es decir, con ideas, con programas, con vocación de servicio a la comunidad, y estructurando un proyecto político que fuera mucho más allá de hacer elegir a un candidato. En síntesis, los invitaba a no ser mercachifles.

Recibí miradas escépticas, al fin y al cabo no soy político y lo único a lo que me he lanzado en la vida, es a la piscina. Ante la insistencia en mi invitación, el mismo lugarteniente del mantra, sugirió una estrategia salomónica que calificó del miti y miti: cincuenta por ciento de vicios políticos, y algo de lo que yo había dicho.

Desde aquella experiencia, engaveté el tema en la memoria con la certeza de que se presentaría la ocasión para retomarlo. Ésta ocasión se presentó reciéntemente con el incidente del senador Merlano en Barranquilla.

¿Por qué alguién se mete a hacer política en nuestro medio? Si uno logra entender las motivaciones para hacerlo, entonces puede entender muchas otras cosas de nuestros políticos. Lamentablemente, en la mayoría de los casos, la política es vista como una escalera rápida para ascender en la escalera socio-económica.

Y no me lo inventó yo, ese era el justo precio al que se hacía alusión en la reunión. ¿Qué tanto trabajo sucio me toca hacer para forjarme una posición en la sociedad? Generalmente primero para otros, los jefes, y después a nombre propio.

¿Poder para qué? Pues, para ser más que otros y poder impunemente pisotear la Ley. Nuestros políticos quieren poder para poder abusar de los demás y ponerse ellos por encima de la Ley, porque para el Mamón no hay Ley. Quedan ya pocos políticos, que realmente se meten en esto porque tienen la vocación de servirle a los demás y a sus comunidades. Una cosa es perseguir el poder por el poder, y otra que el poder llegue en el proceso de servirle a los demás. Para los primeros, el poder es un fin último; para los segundos, un medio de servicio.

De hecho no veo nada malo en querer mejorar y ascender en la escalera socio-económica. Eso es muy bueno y sano, pero hay formas de hacerlo, y la del atajo y la ventaja es la peor de todas. Entre otras cosas, porque muchos de los que utilizan la vía del atajo, terminan desgraciándose a ellos y a sus familias.

Bien es sabido que cuando se hace politiquería transaccional, cada vez el precio para ganar es mas alto, y de algún lado tiene que salir la plata, y ya todos sabemos el resto de la historia porque ha sido contada diecisiete mil millones de veces por estos lados.

Por esto, cuando se quiere ser político por las razones equivocadas, se quiere ganar ya, y no se tiene tiempo para construir un proyecto político que sea sostenible. No se tiene tiempo para trabajar con las comunidades permanentemente en aras de diseñar programas que les sirvan.

Solo se tiene tiempo para pasar el sombrero entre los amigos, o robar o ambas, y hacer la política bellaca y asquerosa, que nos tiene donde nos tiene. Y en la política transaccional, gana el que más ofrece, ya que las alianzas y los votos están a disposición del que pague más. Así es como se gesta un Merlano.

Merlano estaba llamado a dar ejemplo, incluso en el caso de que la prueba de alcoholemia no fuera obligatoria. El ejemplo que ha debido dar consistía en primero respetar a la autoridad policial, y segundo, si él se equivocó, reconocer su error.

Todos nos equivocamos, y como la gente entiende esto, nos respeta cuando asumimos las consecuencias de nuestras acciones.

Si la autoridad policial había abusado del poder, lo ideal era buscar a posteriori correctivos dentro de los mecanismos legales existentes. La policía estaba tratando de proteger vidas inocentes, sacando a un potencial borracho de la vía, y esto hay que apoyarlo incondicionalmente. Esto nos concierne a todos.

En nuestro medio, no es que el poder corrompa sino que muchos corrompidos llegan al poder.