¿Hacia dónde nos dirigimos?

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Escrito por:

Jorge García Fontalvo

Jorge García Fontalvo

Columna: Opinión

e-mail: jgarciaf007@hotmail.com



Los hechos acaecidos durante los últimos días, en Colombia, no alcanzan a mostrar el verdadero grado de descomposición en el que se encuentra esta sufrida y violentada sociedad en la cual vivimos. La misma sociedad que descarada y cínicamente pretendemos moldear y transformar, conforme a los intereses y pensamientos mas insanos y corruptos que puedan salir de nuestra mente.

Esa sociedad en la cual nos encontramos inmersos, y en la que debatimos nuestros pesares y alegrías, así como el mundo en el cual vivimos, simplemente es el reflejo del grado de corrupción y de descomposición que en esta época del señor, sufre mi mente y la mente de todos aquellos hombres y mujeres que han encauzado, inescrupulosamente, su actuación en pos de la ambición, la maldad y la satisfacción de mezquinos intereses.

Aunque soy una persona que cree sobremanera, en la posibilidad de la construcción y transformación de un mundo más sano, justo y equitativo, en el cual el ser humano pueda vivir libre de odios y rencores - porque siento que el hombre ha llegado a esta tierra para construir lo inimaginable y sublime-, he empezado a dudar con respecto a mi loca posición de pensamiento, quizá por causa de la inmoralidad existente en el entorno político y social Colombiano.

Ya no estoy tan seguro que logremos hacer la diferencia. Tal vez caigamos en desgracia, victimas de nuestros propios errores y ambiciones, de la misma forma que otras sociedades y comunidades, en otros tiempos, cayeron derrotadas

Aunque no estoy de acuerdo con aquel tipo de mensajes ociosos y perturbadores en los que se lanzan, a los cuatro vientos, frases cargadas de maldición y de destrucción en contra de nuestra era, y de todo aquello que se relaciona con la vida en comunidad y con el hombre, debo aceptar que lo que acontece y acontecerá con el futuro de la humanidad ya está siendo visionado, pero no porque Dios así lo quiera, sino por causa de la corrupción desbordada del hombre.

¿Qué esperanza puede deparar para nuestros hijos el futuro, si no medimos las consecuencias de nuestros actos estúpidos y desquiciados? ¿Qué futuro agradable puede llegar a mi casa y a la casa de los que de mi descienden?, si simplemente me esfuerzo por asegurar mis intereses, sin importarme siquiera, la suerte de mis semejantes.

¿Qué futuro agradable puede deparar a mi querida Colombia?, si los gobernantes, y aquellos que fueron gobernantes se involucran en una batalla de poder que avergüenza y maltrata a mi gente. ¿Qué futuro de esperanza puede llegar hasta los pies de mis hijos?, si aquellos en quienes depositamos nuestra confianza para que dirijan el destino de la comunidad, participan descaradamente de los ataques inmisericordes de la guerrilla, en contra de los menos desfavorecidos.

¿Qué futuro agradable puede llegar a mi tierra?, si el hombre público participa en el secuestro de sus compañeros para alcanzar el poder y las riquezas, o si se vale de éste, y de las liberaciones para lograr fines políticos, o quizá para aspirar al premio novel.

¿Qué futuro agradable y pacifico puede llegar a las manos de los que después de mí llegarán?, si los hijos de Colombia son víctimas del reclutamiento inescrupuloso que efectúa la guerrilla y el paramilitarismo al interior de las universidades, colegios y escuelas, en el área rural o urbana de los municipios.

¿Qué futuro de esperanza puede llegar hasta tus pies, y hasta mis pies amigo lector?, si un buen numero de aquellos que dirigen los destinos de los municipios, gobernaciones, o hacen parte de las instituciones que conforman los órganos del poder público, amañan su actuación a la actuación de los grupos de poder o la subversión.

Realmente no sé qué tipo de futuro nos espera, o hacia donde nos dirigimos por causa de la corrupción del pensamiento que nos domina. Lo único que puedo esperar, es que mi pensamiento y el pensamiento de todos los hombres, se encamine en el curso que le conviene a la humanidad para asegurar la supervivencia del género.

Y usted, ¿hacia dónde cree que nos dirigimos?



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