Iberoamérica, 3 escenarios sobre credibilidad

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Escrito por:

Ignacio Pareja Amador

Ignacio Pareja Amador

Columna: Reflector Mundial

e-mail: reflectormundial@yahoo.com.mx

Twitter: @Nacho_Amador 



En la colaboración pasada resaltamos la importancia de la credibilidad del Estado para generar un ambiente de gobernabilidad y disminuir las múltiples tensiones en la relación gobierno-gobernados.

En esta ocasión, y como un ejercicio de complemento decidimos hacer un breve ensayo "ceteris paribus" de prospectiva para el tema en cuestión, donde existe la voluntad por parte de los distintos actores con poder de decisión en el ámbito nacional para combatir realmente a la corrupción y para trabajar a favor de la eficacia gubernamental, con el objetivo de generar credibilidad en la ciudadanía.

Dicho escenario contiene una carga importante de valores de distinta naturaleza como la voluntad (humano), la honradez, la justicia (universal) y la legalidad (cívico).

La prospectiva se refiere en términos sencillos al poder anticiparse a situaciones establecidas, en este caso para la instauración de una política pública. La misma requiere de modelos cuantitativos que nos permiten prever las situaciones futuras en diversas categorías (deseable, posible, lo indeseable, lo ambiguo, etc.).

En este orden de ideas creemos que es preciso mostrar tres posibles escenarios que derivarían de la acción del estado en la problemática a la que nos enfrentamos (falta credibilidad y corrupción en la región), los cuales se describen brevemente a continuación:

a) Escenario ambiguo.

En este escenario no hay aplicación de alguna política pública enfocada a disminuir los niveles de corrupción de nuestros países, el estado no implementa una política enfocada en obtener credibilidad por parte de los ciudadanos, los actores económicos propician iniciativas aisladas para combatir la corrupción con un éxito temporal y ambiguo.

Hay tensión inconstante en la población, el crecimiento económico, pese a que no está bien distribuido beneficia momentáneamente a la masa social, quien se ha acostumbrado a las promesas del cambio habituales, reanimando sus deseos de superación y transformación sólo en los periodos electorales.

b) Escenario negativo.

En este escenario el gobierno aplica acciones para combatir la corrupción de manera parcial y simulada. La corrupción se amplia y ejerce de manera distinta. El aumento de la población, la concentración en las zonas urbanas y la polarización económica se suman al descontento social, lo cual deriva en el incremento la incredulidad en el estado.

La gobernabilidad, cuya variable principal es la estabilidad social, se ve amenazada. El descontento social se incrementa al hacer comparaciones entre los niveles de desarrollo de los países Hispanoamericanos con las economías emergentes (India, China, Sudáfrica y Brasil), quienes han alcanzado niveles de bienestar en diversos ámbitos como consecuencia de su crecimiento económico constante y su influencia en el Sistema Internacional. La inversión extranjera en la región es inconstante, se orienta principalmente a capitales golondrinos que se favorecen de condiciones especiales producto de la corrupción imperante.

c) Escenario deseable.

La aplicación de una serie de políticas públicas con sentido dual (contención y prevención) disminuyen los niveles de corrupción en el país. La corrupción ha dejado de ser una costumbre habitual, por tanto se convierte en una actividad rechazada por la sociedad. Las generaciones actuales (nuevas) se educaron con valores cívicos y universales particulares, por lo que las políticas de contención (sanción-castigo), dejan de ser útiles. El nuevo contexto cultural propicia una mayor gobernabilidad, aun hay problemas en nuestros gobiernos, pero hay estabilidad social.

Dicha situación, aunada al alto crecimiento económico atraen mayores flujos de inversión extranjera directa, la cual propicia la instalación de nuevas unidades productivas que aprovechan la mano de obra abundante. Iberoamérica se encasilla en el grupo de las economías regionales que aprovechan el crecimiento económico expansivo a favor del desarrollo de ciertas áreas productivas.

Este escenario de prospectiva tiene como punto de inflexión el romper con el paradigma ampliamente arraigado en nuestra región, que se refiere a la corrupción en las instituciones públicas.

Nuestro escenario deseable sólo puede ser posible si se hace un previo ejercicio de autocrítica, si aceptamos que hay problemas estructurales en Iberoamérica que deben ser combatidos de manera conjunta (corrupción, reforma educativa, fiscal, la inseguridad, etc.), si ejercemos nuestro derecho ciudadano de hacer propuestas en vez de sólo reclamos.

Todo escenario futuro es fruto de la imaginación; si no prevemos desde la prospectiva para formular políticas públicas eficaces, heredaremos a las nuevas generaciones, esa la miopía gubernamental que ha imperado y estancado a nuestras naciones por décadas enteras, condenándolas hasta ahora al subdesarrollo.