Con los calzones abajo

Columnas de Opinión
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El debate que sostuvieron esta semana en CM& el ministro de agricultura Juan Camilo Restrepo y el presidente de Fedegan José Félix Lafaurie, dejó dos conclusiones bien claras: La primera, que el capitulo del agro en el TLC con los Estados Unidos fue pesimamente negociado y segundo, que el Gobierno no hizo los esfuerzos necesarios para buscar un equilibrio en esta dispareja competencia. Nos dejaron como "carne de cañón".

Lo que más me sorprendió del debate, fue la falta de claridad del ministro de agricultura sobre los temas negociados. Quedó demostrado una vez más, que el doctor Juan Camilo Restrepo es un experto en política fiscal y de crédito público, pero deja muchas dudas como orientador de la política de Desarrollo Rural del país. Ni siquiera se había dado por enterado que el culpable de esta debacle (el jefe de la mesa de negociación agrícola, Juan Lucas Restrepo), fue nombrado por él, -hace dos años- como Director de Corpoica, la entidad que tiene la responsabilidad de fortalecer y reorientar la investigación y la transferencia de tecnología en el sector agropecuario, precisamente para tener un sector más competitivo frente a la internacionalización de la economía. Qué ironía ah!

No hace falta recordarles las diferencias que sobre el tema de la democratización de Fedegan he tenido con el doctor Lafaurie, pero "Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios". Ningún dirigente gremial de este país ha tenido el temple y el valor de defender con argumentos válidos los intereses legítimos de sus agremiados ante las amenazas de los TLC. La incertidumbre y zozobra de los ganaderos por culpa de la improvisada política de desarrollo rural y comercio exterior de los últimos gobiernos, agotaron la paciencia del presidente de Fedegan, quien durante los últimos años, había advertido esta hecatombe que se veía venir por la negligencia de entidades como el ICA, Corpoica y el Invima.

No hay derecho pues, que hubiéramos aceptado una negociación sin admisibilidad de nuestros productos, por unos obstáculos técnicos de unas normas sanitarias y fitosanitarias impuestas por las autoridades norteamericanas. Es increíble que a partir del próximo 15 de mayo comiencen a entrar cientos de contenedores de carnes, lacto-sueros y cereales de ellos, y nosotros no podamos exportar a los Estados Unidos un kilo de carne, pollo, melón o leche, porque las certificaciones nuestras contra la fiebre aftosa, la gripa aviar o la mosca del mediterráneo, no son validos para ellos. ¿Que le costaba a los ministros de Agricultura, de Comercio y a la Canciller Colombiana en el marco de la Cumbre de las Américas en Cartagena, solicitar por ejemplo, -dentro del documento final para la implementación del Tratado de Libre Comercio entre los dos países-, la "homologación" de la certificación oficial entregada por la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE) a Colombia como país libre de fiebre aftosa, para acceder al mercado de ellos?

Señor ministro, nadie ha dicho que no queramos los TLC, lo que estamos reclamando es un trato justo para nuestros productores del campo en estas negociaciones y una mayor diligencia por parte de las instituciones públicas vinculadas al ministerio, para poder hacer frente a esta competencia internacional. Ya no hay tiempo para llorar sobre la leche derramada. Sacúdase de ese cartel de teóricos que lo tienen mal asesorado, trabaje de la mano con los empresarios y comience a "ejecutar" eficazmente los instrumentos de apoyos que necesita el sector agropecuario para evitar una masacre rural.