Aires de guerra se ciernen sobre Latinoamérica

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Escrito por:

Jorge García Fontalvo

Jorge García Fontalvo

Columna: Opinión

e-mail: jgarciaf007@hotmail.com



No piensen que el pesimismo o la falta de fe en el género humano es lo que me mueve a escribir este artículo, porque no es así. Realmente no es alguna de estas dos situaciones lo que preocupa mi mente dispersa y confundida, sino la forma como percibo la cruel realidad que atropella al pueblo latinoamericano, el cual vive confinado en ideologías vagas, vacías y sin sentido, y a merced de las acciones guerreristas, tendenciosas y desequilibradas de algunos de sus desquiciados mandatarios.

Al igual que este ciudadano intranquilo que les escribe en este momento, existen millones de personas en toda la comarca americana que sufren, lloran y se preocupan por lo que habrá de venir para esta hermosa, mágica y amada tierra.

Espero que el término comarca no vaya a resultar siendo una ofensa para aquellos que se extasían con la insensatez, el fanatismo ideológico y la actitud guerrerista desbocada, pues se consideran en su propia mente descarrilada descendientes de Bolívar o de José de San Martín. Simplemente me refiero en esos términos, para hablar acerca de aquel singular paraíso creado por Dios en el cual vive la gente más noble, honesta y sencilla que pueda existir sobre la faz de la tierra, y a los lazos de amistad sublime que se han forjado con valentía y con honor a través de la historia épica de esta región.

La tierra americana es una las pocas áreas geográficas del planeta que todavía respira aire puro, paz, tranquilidad y esperanza, entonces, ¿por qué esa estúpida intención de destruir aquel terruño mágico que nos ha dado vida, fomentando y promoviendo guerras sin sentido entre las naciones? ¿Por qué destruir con arengas, proclamas guerreristas y consignas indecentes, como lo hace el señor Hugo Chávez y su sequito de seguidores, los sueños y la esperanza de un pueblo que ansia sobremanera la tranquilidad y la paz?

¿Es que acaso no alcanzamos a percibir la magnitud de la acción tenebrosa y macabra del presidente venezolano? ¿Es que acaso no alcanzamos a percibir el panorama funesto hasta donde este señor busca arrastrar al hombre americano?

No sé qué pasa en el corazón y el pensamiento de los hombres esforzados de esta tierra, pero de lo que realmente estoy seguro, es que América y su gente se unirán, incuestionablemente, en derredor de un sueño americano que no involucre la violencia, la guerra y la destrucción fratricida hacia la cual la vehemencia descontrolada y absurda pretende llevarla.

Ya esta bueno de tanta violencia, dolor y sufrimiento. Ya esta bueno de tanta locura y desenfreno. Solucionemos nuestros problemas discutiendo y conversando con honor y respeto hacia nuestros semejantes. Es el tiempo preciso para que alguien que sea considerado digno de confianza hable al oído de Hugo Chávez, Cristina Fernández, Rafael Correa, Evo Morales, Daniel Ortega, los hermanos Castro y otros tantos que se camuflan en el seudo sentimiento latinoamericano para vender y comercializar sus consignas guerreristas. Es el momento de hablarles de frente para que de una vez por todas dejen de alimentar los aires viciados de guerra que se ciernen sobre la desprevenida tierra Americana.

Los colombianos conocen mucho acerca de la violencia demencial y la guerra fratricida, pues han sido testigos directos de un conflicto que les ha marcado y martirizado por más de cuarenta años. Sean entonces los colombianos quienes lideren la lucha pacífica en contra de un pensamiento equivocado que pretende importar a nuestro continente, la guerra y la destrucción.

Se han avivado en América vientos de guerra y de violencia, fundados equivocadamente en un supuesto sentimiento regionalista que pretende involucrar en un conflicto armado de proporciones inimaginables, además del pueblo argentino, a toda Latinoamérica.

Las Malvinas no pueden ser la excusa perfecta para esta locura.

No permitamos que las acciones erradas y egoístas de Cristina Fernández y Hugo Chávez nos arrastre hacia la destrucción indecente del jardín del edén. No queremos bombas atómicas, ni guerras en esta bella tierra señor Chávez. Piense muy bien las cosas antes de actuar en la forma demente en que siempre ha actuado.