Semblanza de una poeta: Juana de Ibarbourou

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Escrito por:

José Vanegas Mejía

José Vanegas Mejía

Columna: Acotaciones de los Viernes

e-mail: jose.vanegasmejia@yahoo.es



La poeta uruguaya Juana de Ibarbourou nació en Melo, departamento de Cerro Largo el 8 de marzo de 1892. Su nombre de soltera fue Juana Fernández Morales y tomó su nuevo apellido al casarse con el capitán vasco-francés Lucas Ibarbourou. Desde los seis años comenzó a componer poesía, pasión que la acompañaría toda la vida.

Esta figura destacadísima de las letras latinoamericanas y universales fue recibida como miembro de la Academia de la Lengua Uruguaya en 1947. En 1959 recibió el Premio Nacional de Literatura. Su poesía se enmarca dentro del modernismo, con variación posterior hacia el vanguardismo y final influjo de surrealismo. En cuanto a su temática, tiende a la exaltación sentimental y a la compenetración con la naturaleza. El padre de Juana de Ibarbourou era de Galicia, por lo cual ella sintió siempre especial predilección por esa región de España; tanto fue su amor por la tierra de su padre que la apodaron 'la galleguita'. Aunque todas sus poesías alcanzaron gran reconocimiento, hay que destacar que 'Lenguas de diamante' (1918) fue la que la lanzó a la escena literaria.

Por algún tiempo, poco después de casarse, utilizó el seudónimo 'Jeannette (Juanita) d'Ibar', apellido apocopado de su esposo. También son famosos sus poemas 'Cántaro fresco' (1920), 'Raíz salvaje' (1922), 'La rosa de los vientos' (1930), 'Cuentos autobiográficos de la infancia' y 'Chico Carlos'. Para niños escribió 'Ejemplario' (1937), 'Los sueños de Natacha' (1945) y muchas otras composiciones. Sus obras han sido traducidas a varios idiomas.

Un hecho destacado en la vida de Juana de Ibarbourou es su exaltación definitiva a la fama, en 1929, cuando en el Salón de los pasos perdidos, del palacio legislativo, en Uruguay, un grupo de artistas y diplomáticos encabezados por el poeta y ensayista mexicano Alfonso Reyes proclamó a la poeta como 'Juana de América'. Desde ese momento atrajo las miradas de poetas destacados como Federico García Lorca y el peruano José Santos Chocano.

También fue admirada por don Miguel de Unamuno y José María Vargas Vila. Pero en la vida de Juana de Ibarbourou no todo fue felicidad. Se dice de ella que era sumamente bella. En sus inicios sus versos van en busca de un amor casto y erótico; es entonces cuando escribe 'Raíz salvaje'. En 1942 muere su marido y se comprueba que con él llevaba una vida de maltrato intrafamiliar. Juana se escuda en la morfina y cambia por completo su comportamiento. En 1950 escribió 'Perdida' y en 1955 'Romances del destino'. Si nos atenemos a las palabras de un crítico de apellido Fisher, autor de la única biografía de Juana de Ibarbourou, la poetisa sostuvo un romance secreto con un destacado médico argentino. Ella tenía 59 años, y él, casado y con hijos, apenas había cumplido 38. Los versos de la Juana de esa época reflejan su infelicidad.

Juana de Ibarbourou escribió poemas que envió a don Miguel de Unamuno, con copias a Antonio Machado y a Juan Ramón Jiménez. Unamuno, que era rector de la Universidad de Salamanca, alcanzó a contestarle que había leído su libro "primero con desconfianza y después con interés". Lo que se conocía de Juana de Ibarbourou antes de la biografía de Fisher solo se circunscribía al ámbito intelectual, con ignorancia total del ser humano que fue esta excelente poetisa latinoamericana. Su imagen se ha conservado como un mito. Dice Fisher, "los mejores archivos de esta poeta se encuentran en la universidades de Stanford y Harvard, en Estados Unidos".

Ayer 8 de marzo Juana de Ibarbourou hubiera cumplido 120 años de vida. Murió en Montevideo en 1979, después de un encierro voluntario, viendo pasar el mundo frente a su ventana.



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