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Escrito por:

Edmundo Jiménez Valest

Edmundo Jiménez Valest

Columna: El Hurón

e-mail: edmundo_jimenez@yahoo.es



En una contienda electoral para elegir Gobernador o Alcalde, el ganador tiene una prioridad en cuanto a que es lo primero que ha de atacar, modificar o darle continuidad.

Pero no hay que olvidar que las prioridades del elegido no siempre coinciden con las necesidades de los gobernados y de las comunidades afectadas. Igualmente, la prioridad de aquel deja de serlo para dar paso a la colectiva y que beneficie a un mayor número de personas.

En el distrito de Santa Marta, que siempre está en procura de un mejor desarrollo, un gran universo de personas se encuentra por debajo de la línea de pobreza, aproximadamente 300 mil, y el 50% de esta cifra está en la mísera, es decir, 150 mil. En Santa Marta hay hambre; es prioritaria que la ciudad tenga seguridad alimentaria para brindarle a esa gama de personas que padece el hambre física, un mejor bienestar y de esa manera la seguridad ciudadana se haga visible y se convierta en un derecho fundamental para todos los ciudadanos.

Este gran segmento de la sociedad samaria está enfermo y, quienes más sufren son los infantes, niños y jóvenes, viéndose reflejado todo aquello en el bajo rendimiento académico y acompañado de la alta deserción escolar. Importante también es el recaudo de los impuestos y su guarda y procurar una cultura del recauda para que se vea reflejado en la inversión social; la contratación pública reguardada por la sociedad representada en las veedurías ciudadanas, juntas de acciones comunales y llevando a la práctica ese famoso e importante mecanismo de participación, como es el cabildo abierto; los servicios públicos domiciliarios y la descentralización administrativa de la ciudad de Santa Marta dándole vida a las localidades, las Juntas Administradoras Locales, apropiándole el presupuesto y nombrando los alcaldes menores; la movilidad que es importante para una ciudad que se muestra permanentemente al mundo y, por último, erradicar la pobreza y la miseria convirtiendo la alimentación en un metaderecho.

Más que organizar a la ciudad materialmente, es necesario colocar a disposición de todos los pobres, míseros y vulnerables, el Estado Social de Derecho, que tanto pregonamos y que desconocemos muchas veces, en otras palabras, invertir socialmente en aquellos que la ciudad les ha negado todo para incluirlos en ella. Procurar que el bienestar los arrolle con el beneficio de la alimentación, debe ser la prioridad del gobernante.

La entidad territorial, distrito de Santa Marta, no se le puede imponer políticas autocráticas ni mucho menos tercas por parte del administrado, sino que es necesario arropar las decisiones administrativas de todas aquellas voces sociales que siempre han y están aspirando que la ciudad les aporte y los acoja, las incluya como sus ciudadanos para así, de igual manera tener corresponsabilidad para con ella.

Santa Marta necesita de ese gerente donde las decisiones sean las sumatorias de prioridades sociales. No es tiempo de enfrentarse con la corporación que lo atiende políticamente, por lo contrario, necesario es escuchar a sus miembros y retomar los aportes que puedan hacer, como representantes que son de la sociedad samaria.

Santa Marta será una ciudad pujante, desarrollada y abierta al mundo si para su desarrollo intervienen todas las fuerzas sociales organizadas; las organizaciones sindicales; los gremios; las juntas de acciones comunales pero, para ello, deben ser convocados por el administrador de manera seria, no politiquera ni mucho menos por conveniencia y a favor de quienes le ayudaron a elegir.

El Alcalde no puede manejar para sí la prioridad de la inversión social.

Esta debe estar en aquellas comunidades que el Estado le ha negado sus derechos fundamentales. A ello debe estar vigilante el Consejo Distrital, a que las prioridades que se deban tener en cuenta sean aquellas donde exista pobreza y miseria.

Por lo que se observa y se comenta, la prioridad en la inversión la impone el Alcalde. La necesidad y prioridad a resolver hoy, es la de garantizar la seguridad alimentaria para permitir que ese universo de personas pobres y míseras pueda ejercer a plenitud el derecho fundamental a la alimentación.

En principio se verá como un asistencialismo pero, a ello debe estar avocado el Estado cuando por mucho tiempo no se ha permitido el disfrute de importantes derechos fundamentales como son, entre otros, el de la alimentación.