Solo una ilusión

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Edmundo Jiménez Valest

Edmundo Jiménez Valest

Columna: El Hurón

e-mail: edmundo_jimenez@yahoo.es



Como en los pueblos del viejo oeste: polvorientos, pobres, míseros y prostitución. Es lo que está sucediendo y lo que siempre ha sucedido en aquellos pueblos de Colombia donde se explotan las riquezas de los recursos no renovables.

Las entidades territoriales donde se lleva a cabo la explotación de los recursos naturales, no renovables, tienen derecho sobre los mismos, tanto así que la explotación de un recurso natural no renovable causará a favor del Estado una contribución económica a título de regalía, al igual que los puertos marítimos y fluviales por donde se transportan dichos recursos y productos derivados de los mismos.

Estos recursos lo recibían los entes territoriales de manera directa de parte de la nación, a fin de que se invirtieran en programas sociales tales como salud, vivienda, educación, saneamiento básico y para la mitigación del deterioro ambiental.

El caso fue otro. Las entidades territoriales beneficiadas por las regalías, en ningún momento hicieron buen uso de aquellas, por lo contrario, los gobernadores, alcaldes y CAR, los desviaban para otros fines o iniciaban las construcciones de obras suntuosas y en la mayoría de las veces la dejaban inconclusas con el agravante de robarse gran parte de los dineros asignados, lo más grave, con ellos financiaban campañas políticas locales y nacionales. Para la prueba un botón: el municipio de la Jagua de Ibirico, en el Cesar; La Guajira, el Meta, el Casanare.

De todo lo anterior, los diferentes gobiernos y partidos políticos, disfrutaban del despilfarro y del robo que los gobernantes de turno de los entes territoriales hacían de los recursos de las regalías, eran cómplices de tal crimen de lesa humanidad que se cometía contra las diferentes comunidades, debido a que para época de las elecciones, con ese dinero las financiaban.

Pero, para el Gobierno Nacional le era más fácil manejar y controlar los recursos de las regalías desde el sector central y no esperar que las regiones los manejaran y lo gastaran a su antojo. Y optaron, con la complicidad descarada y perversa de sus representantes, de meterle el diente al despojo de los recursos a las entidades territoriales, mediante modificación de quien y como se deben administrar dichos recursos a través de la reforma de la Constitución por un Acto Legislativo que les dijo: los gobernantes de los entes territoriales que recibían recursos directos por conceptos de regalías, son corruptos; son incapaces, hasta tal punto que no son aptos para manejarlos de la mejor manera.

Lo que viene, es simple: para que las entidades territoriales donde se explota el subsuelo por la extracción de los recursos no renovables puedan beneficiarse de las regalías, es necesario que generen proyectos que tengan el carácter de regionales y, además que sean viables, y posibles financieramente. D e lo contrario, no lo recibirán. Por lo que se observa, todo es solo una ilusión.