El 6 de diciembre, todos los colombianos de todas las ciudades, pueblos, grandes o pequeños de nuestro país, marchamos sin distingo de colores políticos ni de clases sociales con nuestras camisas blancas que decían: No más Farc, no más violencia, como símbolo de paz por la causa más noble que hay actualmente en nuestra Colombia como es: la libertad de todos nuestros secuestrados para que ellos sepan que los llevamos por siempre y con todo nuestro cariño, en nuestros corazones.
Nunca los olvidaremos, pues al fin y al cabo los hemos considerado como nuestros queridos hermanos y unos verdaderos héroes de la patria, por el sacrificio, las enormes torturas y la soledad que han tenido que soportar alejados de sus familias y de sus amigos, a manos de esos criminales, en las selvas colombianas.
Les queremos decir a todos ellos que los colombianos que vivimos en el suelo patrio y aquellos que por una u otra causa viven fuera del país, estaremos siempre rezando con mucha fe y haciendo todo lo que esté a nuestro alcance para lograr su pronta libertad.
Y que cuando esto suceda, saldremos todos a la calle nuevamente, pero en esa ocasión invocando a Dios para darle las gracias por lograr que toda esa gente esté nuevamente con sus familias y amigos haciendo una vida plena y trabajando, pues el trabajo trae bienestar a todos y además sirve para la economía familiar y da alegría al espíritu porque nos hace sentirnos útiles para servir a nuestro país.
Colombia necesita una paz duradera, sostenible y fuerte para todos sus habitantes y así de esta manera se acrecentará la confianza en nuestro pueblo y vendrán los grandes capitales del mundo a dar trabajo a tantas personas honradas e inteligentes que existen en nuestro país para que estas puedan mantener en forma digna a sus familias y darles una buena educación a sus hijos.