Colombia es uno de los países que más fiestas y reinados tiene en América, y diríamos sin lugar a equivocarnos que en el mundo. Por esa razón es que salimos de una fiesta con sus reinados, y no pasan 15 días para entrar a la otra igualmente agotadora, donde las personas que asisten quedan muy contentas, pero algo cansadas por el trajín de esas fiestas que desgastan físicamente y el bolsillo de los asistentes.
Esto tiene como resultado una promoción muy exitosa para atraer cada vez más turistas, e inclusive la inversión extranjera, que tanto necesitamos en el país para generar los empleos de calidad que nos hacen falta a muchos colombianos desocupados que desgraciadamente todavía tenemos en nuestra querida patria colombiana.
Pero, tenemos que mirar con mucho cuidado cómo disminuir esa cantidad de fiestas y reinados para no perjudicar a ninguna región colombiana. Nos atreveríamos a sugerir que fueran más alejadas la una de la otra y para logarlo tenemos que estructurar muy bien el plan.
Me alcanzo a acordar, que antiguamente el reinado Nacional de la Belleza en Cartagena, se celebraba cada dos años y así duró hasta más o menos el año 1963, lo que lo hacía que se convirtiera en un evento más atractivo, además con ese mayor tiempo, permitía a los distintos departamentos recuperarse un poco de los gastos en que incurrían para una mejor representación y así poder enviar a la más bella de las mujeres de su región a representarlos de la mejor forma posible.
Eran los momentos más esperados para los colombianos, mucho más que en la actualidad, donde pasa muchas veces desapercibido este concurso. No quiero que se crea que somos opuestos a tantas fiestas en el país. Lo que pretendemos es regularlas adecuadamente, para que no perjudiquen el trabajo de tantas gentes que lo necesitan para su diario vivir.