Ganaron los Chan y el señor Cho

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Escrito por:

Germán Vives Franco

Germán Vives Franco

Columna: Opinión

e-mail: vivesg@yahoo.com



Parece ser que finalmente se acabó el festival democrático.

En lo concerniente al Magdalena, podemos decir que habemus rey vallenato. Además, ya parece que se sabe quienes se van, quienes se quedan y quienes llegan a los concejos y asambleas de todo el país.

Me cuentan que el día de las elecciones, en Santa Marta, alrededor de las 3 de la tarde, no había un solo Lomotil en las farmacias, y que en algunos comandos políticos, los pasaban como quien pasa tinto.

Y a pesar del corcho milagroso, pasaditas las cinco, el vertidor submarino no daba abasto.

Esta diarrea masiva, fue el abrebocas de la monumental, y ya tradicional, ahogada que cobró víctimas por montones.

Dicen los que lo vieron, que los ahogados eran de todas las procedencias, colores y partidos. El Morro, una vez más se vistió de luto. Ya la suerte estaba echada.

Y como en toda jornada, hubo grandes ganadores y grandes perdedores.

Casi que sin excepciones, los aspirantes contrataron asesores de marketing político, se tomaron fotos, discursearon, viajaron, comieron, bebieron, y todo lo que se hace en una campaña política.

Sin embargo, muchos de los que finalmente salieron, trabajaron de la mano de unos asesores chinos, que hicieron su agosto en todo el país, Magdalena incluido. Me cuentan que mucha gente los vio, trabajando con uno y con otro candidato.

Ya están plenamente identificados los tres asesores, que al parecer están ilegalmente en el país.

El cabecilla es Chan Con Chan, su mello es Chan Chullo, y el asesor de última instancia es el señor Cho Co Razo.

Sí señor, en las elecciones corrieron ríos de dinero, y algunos de los que ganaron lo hicieron con mucho Chan Con Chan, y comprando votos, aliados, y a todo el que se quisiera vender.

En Colombia, pero principalmente en la Costa Atlántica, la práctica de compra de votos, ya casi que es parte de nuestra idiosincrasia.

El hecho de que dicha práctica sea un delito, no parece desanimar ni a los compradores ni a los vendedores, con el agravante, de que las autoridades todas, parecen impotentes ante el fenómeno.

Por eso, creo que tenemos que ser creativos a la hora de las soluciones, y creo que la mejor solución, es que se haga sobre la mesa, lo que hoy se hace por debajo de ella.

Es decir, creo que deberíamos legalizar la compra de votos, para que se haga abiertamente, a la luz del día y a los ojos de todo el mundo.

Quizás deberíamos crear una bolsa de conciencias, al estilo de la bolsa de valores, en la que los votantes que quisieran podrían vender su voto, y sin intermediarios. Que impere la ley de la oferta y la demanda.

Esto hasta podría generar algunas ventajas logísticas porque la bolsa podría abrirse una semana antes del día de votación, y además se bloquearían las cédulas que vendan su voto.

Horrible la idea por cierto, pero mucho menos horrible a que se haga por debajo de cuerda como ha venido sucediendo por décadas. Pero a todas estas, si hasta los muertos son maquillados para darles dignidad, ¿Cómo así que no vamos a poder maquillar la idea que aquí propongo?

Claro que si se puede, le ponemos un nombre bien llamativo y hasta patriótico, algo así como la Bolsa Democrática, le hacemos página web, le creamos un eslogan pegajoso y un brochure bien chévere, y ya está.

Es capaz, que este monstruito, bien maquillado, termina siendo galán de novela, y hasta de pronto nos copian en otros países.

Démosle carta de nacionalidad de una vez por todas a los chinos, y que hagan sus porquerías a plena luz del día. Creo que a la larga, este camino es mucho más efectivo para lograr una verdadera democracia.

Por lo pronto y como yo lo veo, Santa Marta queda en buenas manos.

No me atrevo decir lo mismo del Magdalena, pero ya veremos.

Yo considero - apropiándome de unas palabras del presidente Santos- que lo importante a la hora de la verdad, es que no se le ponga conejo a las legítimas aspiraciones de los magdalenenses, y que se gobierne con honestidad, con rectitud y con el ánimo de servir a los demás.