Eustorgio Salgar fue presidente de Colombia (en esa época la nación, se llamaba Estados Unidos de Colombia) entre los años 1870-1872. Representante del liberalismo radical, fue abogado, militar y congresista.
Desconozco las obras del Dr. Salgar, pero leí alguna vez un hecho en el cual demostró su decencia y su gran catadura moral, tan perdida en estos tiempos. El cuento es el siguiente: cuando iba a entregar la Presidencia observó que su esposa acompañada por varios subalternos sacaban unos lujosos muebles de la casa presidencial, el Presidente le preguntó a su esposa, ¿qué estás haciendo?, ella respondió llevando los muebles a nuestra casa, recuerdas que los trajimos cuando te posesionaste como presidente" el presidente Salgar, le respondió déjalos en la casa presidencial" y ella sorprendida ripostó, ¿por qué?, el Dr. Salgar, respondió con vehemencia porque pocas personas vieron entrar los muebles y muchas los verán salir.
Traigo a colación esta leyenda, porque la semana pasada vino el ex presidente Ernesto Samper a Santa Marta. Por lo visto en Colombia no existe la Sanción Social. En un país europeo este señor estuviera en su casa y no haciendo campañas -respetables y que apoyamos como el Intercambio Humanitario- sólo para lavar su imagen.
Recuerdo el proceso 8.000 y el falso juicio en la Cámara dos hechos políticos bochornosos para el país. Samper no vio ni verá el elefante. Serpa como ministro del Interior, se encargó de defenderlo y fue el Sabas Pretelt de la época.
La investigación contra los 111 congresistas que precluyeron su proceso, no cuajó por una tutela de la actual Fiscala General de la Nación. Pero de que eran culpables por los delitos de cohecho y prevaricato, eran culpables. Y Samper ahí, como si nada sin autoridad moral y con el cinismo que le caracteriza. Vayan tiempos aquellos como los del admirado Eustorgio Salgar.
Ñapa. Salarios miserables: El diario El Tiempo, publicó hace algunos días una nota sobre 55 humildes limpiadoras (barrenderas, las llama el diario) de un importante municipio de Colombia, que devengan un salario mensual de ciento nueve mil pesos.
Las señoras recogen la basura del municipio, aparte de que no le suministran los útiles necesarios para tan ingrato trabajo. ¡Sí! así como leen mis ilustres lectores, eso es lo que ganan estas humildes y verracas mujeres, la mayoría de seguro madres cabezas de hogar. Ese es el resultado del llamado capitalismo salvaje o neoliberalismo ejemplo de lo que llamamos nuevas formas de esclavitud moderna.
¿Cómo puede vivir un vendedor de dulces con menos de dos mil pesos diarios?, ¿cómo es posible que una vaca en el Japón es subvencionada con más de dos dólares? Una vaca vive mejor que millones de colombianos que sufren a diario por llevar el pan a sus casas. ¡Qué ignominia!