La escena internacional en los cuatro puntos cardinales del globo durante la semana que acaba de pasar, no pudo estar más agitada, como pocas durante mucho tiempo.
Mirando, precisamente hacia realidades más próximas, hacia aquellas que tocan con nuestra América Latina, no dejan de sorprender recientes desafueros de los gobiernos matriculados como socialistas del siglo XXI, que están reeditando episodios, como aquellos que dieron al traste con los regímenes autoritarios de Oriente Medio y África. Y el tema, sobre todo el que se relaciona con la supresión de la libertad de expresión, comienza a adquirir visos de peligrosa recurrencia.
Hace poco fue en Ecuador, ayer en Colombia, que no por ser un caso aislado, deja de preocupar, y hoy, de nuevo, en Venezuela, en el que la revolución bolivariana, sigue persiguiendo a quienes disienten del pensamiento oficial. Esa práctica es el abrebocas, con el que se instauran todas las dictaduras, que en el mundo han sido.
La cadena privada de TV Globovisión de Venezuela se ha convertido en el destino final de toda la artillería pesada de la revolución, en forma impune, por fomentar la zozobra y la alteración del orden público e instigar al odio e intolerancia por razones políticas, al hacer el cubrimiento noticioso del alzamiento de los presos de la Penitenciaría El Rodeo, hace algunas semanas .
Como si los medios de comunicación no tuvieran precisamente esa función, la de informar sobre la realidad, sobre los hechos escuetos -en éste caso trágicos- que son el trasunto final del sistema político imperante.