Antioquia es el chicharrón

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Escrito por:

Saúl Hernandez Bolivar

Saúl Hernandez Bolivar

Columna: Opinión

e-mail: saulhb@gmail.com



Cuando el director del Inco, Luis Fernando Andrade, dijo que las Autopistas de la Montaña son otro chicharrón heredado del gobierno anterior, lo que quiso decir es que éstas no se van a hacer y que este gobierno ha decidido darles un entierro de tercera.

Ya un Editorial del periódico El Mundo (28/07/2011) había rememorado que quien está al frente de ISA, el doctor Alarcón Mantilla, fue enemigo acérrimo de Antioquia durante la administración Barco. No sé si eso tenga algo que ver pero lo cierto es que las Autopistas pasaron de la ilusión al desencanto y hoy ya son una quimera.

ISA, concesionaria de autopistas en Chile, nos vendió la idea de que era posible hacer una obra de gran envergadura a un costo relativamente asequible: cuatro doble calzadas desde Medellín hacia los cuatro puntos cardinales por $5,6 billones, de los que Antioquia pondría $600 mil millones y Medellín $400 mil millones, o sea el 18% del total, casi una quinta parte.

Es decir, esta región decidió ser la única que participa con recursos propios en obras de la nación porque ni siquiera a la capital de la República le sueltan un monto de ese calado sin chistar -como en el caso del ansiado metro, mucho menos a Antioquia.

Pero, como se viene diciendo que las obras públicas se deben estructurar correctamente desde el principio para así saber su valor real y evitar el otorgamiento de licitaciones cojas que luego requieren adiciones presupuestarias ad infinitum, ISA ajustó los diseños y recalculó el costo de la obra en $12 billones, más del doble del valor inicial, con el agravante de que se disminuye la dimensión de la misma, pues no todos los trayectos serán dobles calzadas.

Incluso se dijo que a Urabá no se justificaba la doble calzada por el bajo nivel de tráfico, como si no fuera bien conocido el círculo vicioso que encierra más de una paradoja: no hay puerto porque no hay carretera; no hay carretera porque no hay tráfico; no hay tráfico porque no hay volumen de carga; no hay volumen de carga porque no hay puerto… y siga.

Pero ahí no terminó el asunto. ISA realizó otra estructuración del proyecto y el costo se fue hasta los $15,56 billones, con lo que el aporte regional de un billón se ve pequeño, de apenas el 6,4%.

Con ello se ha alcanzado el panorama ideal para que la obra no se ejecute nunca. Si en Colombia es difícil llevar a término obras mediocres y relativamente baratas, una megaobra de tan altas características -con 131 túneles y 606 puentes- y a ese elevado costo, es un imposible que supera con creces nuestra capacidad de gestión.

El túnel de la Línea apenas se está construyendo después de reclamarse por más de 50 años, y eso que favorece a Bogotá y cuesta menos de un billón. El túnel de Occidente tardó casi ocho años en construirse y se concibió con una altura mínima (gálibo) que no favorece el transporte de carga.

Para colmo, las dos últimas alcaldías de Medellín han sido incapaces de construir el enlace de cuatro kilómetros entre la 80 y la boca del túnel que porque eso le toca al departamento de Antioquia y a la nación.

En esas se han perdido seis años. ¿Será imposible construirlo y cruzar cuentas?

No nos digamos mentiras, si las autopistas se empezaran a construir mañana no estarían listas antes de 50 años. Somos de mente estrecha y a los antioqueños no nos van a hacer ese favorzazo.

La clase dirigente de este país lleva 60 años negándole a los bogotanos un transporte decente. No creamos que a los paisas nos van a dar largas para que les saquemos años luz de ventaja al resto del país.

En Bogotá siempre se ha murmurado que a Antioquia no hay que darle puerto porque se independiza, pero a lo mejor la cosa es al revés. El centralismo debiera entender que frenar una región es un haraquiri para todos.