A quien le caiga el guante

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Escrito por:

Jorge García Fontalvo

Jorge García Fontalvo

Columna: Opinión

e-mail: jgarciaf007@hotmail.com



En días pasados tuve la fortuna de conversar con una de las personas más sabias e inteligentes que jamás haya dado esta maravillosa tierra. Por respeto a él, un gran maestro, amigo y ser humano de calidades excelsas, no mencionaré su nombre.

Este caballero de sabiduría inigualable, hablar pausado y pensamiento crítico, pero humano, comentaba con extrañeza como un grupo de seudodefensores de los derechos humanos con los cuales por desgracia, palabras textuales, se había topado en una reunión política, celebraba con tragos y maracas un aniversario más del atentado inmisericorde y siniestro efectuado en contra de miles de personas que se encontraban en las Torres Gemelas, entre ellas algunos colombianos no lo olviden, el 11 de septiembre de 2001.

Los miembros honorarios y "respetados" de una ONG, comentaba mi amigo, tropezaban jocosa y altaneramente sus copas en señal de felicidad y alegría conmemorando según ellos una gran fecha, el final del capitalismo salvaje y anacrónico y, el ascenso victorioso del socialismo y el islam. Estamos hablando de seres humanos ¿Qué es esta insensatez, locura o ignorancia? No sé, se respondía.

"Como si el mundo estuviese diseñado y modelado para ser polarizado en izquierda y derecha, católicos y protestantes, seguidores del islam y judíos o en negros y blancos. Se molestan porque derrocan a Zelaya en Honduras o intentan un golpe de estado en Ecuador, sin embargo, cínicamente celebran la muerte de miles de personas inocentes en New York.

Tantos los unos como los otros son hijos del mismo Dios y parte de un todo, llamado género humano. No puedo entender cómo existe tanta ignorancia en este mundo", concluía con su comentario este gran señor.

Aunque no se lo comenté, realmente no lo podía creer, el impacto fue demoledor. Lo único que alcance a pronunciar y sólo entre dientes, por la vergüenza y la tristeza que me embargaba, fue, ¿será que siete mil millones de personas no pueden cohabitar y convivir en esta maravillosa tierra amistosa y fraternalmente sin envidias, resentimientos, egoísmos y libres de todo prejuicio?

La verdad no se qué pensar acerca de esos nobles forjadores de paz e insignes luchadores de los derechos y libertades de las personas, como se hacían llamar aquellos señores. Conocer que los mismos personajes que proclaman insistente y vehementemente igualdad y justicia en cada manifestación y en cada marcha que se inventan, no son más que un puñado de hipócritas, fanáticos y corruptos que no temen embriagarse, actuar como insensatos y, hablar todo tipo de locuras, me preocupa.

No entiendo cómo es posible pensar de manera tan egoísta y enferma. No nacemos siendo capitalistas o socialistas, de derecha o de izquierda, ateos o creyentes, aunque es cierto que cada quien decide libremente el camino que ha de seguir como quiere. Así como falló el pensamiento de Washington y Lincoln, también fallaron los ideales trastocados de Lenin y Stalin, o ¿es mentira?

Es cierto que el capitalismo no ha sido la solución a los problemas de pobreza, hambre y miseria el mundo, o si no echemos un vistazo a la problemática social de los menos afortunados en Estados Unidos y Europa. Pero tampoco el socialismo es el entorno más justo y adecuado para lograr el desarrollo social y para garantizar un trato justo y digno a las personas.

Si se piensa que esto es falso, echemos un vistazo a los millones de seres humanos atormentados en las denominadas cárceles naciones -China, Corea y Cuba- para mencionar sólo algunos de los sistemas fallidos.

No podemos continuar alimentando tanto odio y tanto mal. No es el capitalismo la única opción, y mucho menos el socialismo la salvación. Los sistemas económicos o políticos no son un fin en sí mismo, sino medios o herramientas para construir un mundo mejor.

Ya es tiempo de decidir lo que me conviene, o lo que le conviene a todo el género humano. Busquemos alternativas, pues lo ideal es formalizar un nuevo sistema de cosas en el que la paz, la tranquilidad, la justicia y la equidad sean la guía y el faro que tanto se ha anhelado. No más terrorismo de izquierda, de derecha o de donde provenga. No más fanatismo, no más locura. ¡No más!

No más atentados, muertes o violencia en el planeta. Vivir como hermanos y avanzar hacia un futuro mejor es la consigna de hoy.



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