El 9/11 y sus consecuencias

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Escrito por:

Hernando Pacific Gnecco

Hernando Pacific Gnecco

Columna: Coloquios y Apostillas

e-mail: hernando_pacific@hotmail.com



La soleada mañana del día que sería conocido como 9/11 fue el telón de fondo del más terrible atentado terrorista de estos tiempos.

La información oficial dice que cuatro aviones de pasajeros secuestrados por terroristas musulmanes de Al Qaeda fueron las armas utilizadas: dos aeronaves se estrellaban contra las Torres Gemelas del WTC en Nueva York; otra contra el Pentágono, y la última cayó en Shanksville (Pensilvania) sin hacer blanco en objetivo alguno. Nada menos que un ataque contra los más significativos poderes del país norteamericano: las finanzas, las decisiones de Estado y la defensa militar.

De inmediato el presidente Bush declaró la "guerra contra el terrorismo", contra el "eje del mal", contra Osama Ben Laden, a quien responsabilizó de los ataques, y contra Saddam Hussein, su aliado (en realidad eran enemigos irreconciliables). Ellos, los extremistas islámicos, tendrían que pagar por las casi 3.000 vidas segadas en esos actos criminales, y por el orgullo herido de los estadounidenses.

El mundo occidental lo apoyó fervientemente. Como consecuencia de ese nuevo "Pearl Harbor", las tropas estadounidenses invadieron a Afganistán por la presunta presencia de los líderes de Al Qaeda protegidos por los talibán; más tarde, a Irak buscando armas de destrucción masiva inexistentes; y a otros países para combatir a Ben Laden y su organización por toda la faz de la Tierra.

La fiebre antiterrorista recorrió el mundo, se reacomodan las fuerzas políticas, y muchos países se sumaron a esta moderna cacería de brujas: se declaraba terrorista a quien no fuera ideológicamente afín a las líneas de mando, aún si ello fuese una flagrante mentira y significara la violación de los Derechos Humanos, un terreno fértil para apoyar cualquier acción de los nuevos inquisidores.

El prohibicionismo y el intervencionismo, banderas políticas del neoconservatismo, se funden en la mesiánica doctrina Bush (el ataque preventivo), que se extendió a casi cualquier lugar y actividad en nombre de la libertad y la democracia.

Los musulmanes pasaron a ser los grandes enemigos de la humanidad, cualquier ciudadano se convirtió en sospechoso de cualquier delito, viajar en avión es una odisea, el dinero ahora se rastrea para investigar su origen y destino, se intercepta ilegalmente cualquier comunicación, se aprehende sin razones aparentes, se encarcela sin fórmula de juicio, se tortura a discreción y se condena sin justicia ni pruebas, como atestiguan los presos en Guantánamo y en otros ergástulos. Se incluye en el paquete "terrorista" cualquier actividad que deba controlarse.

Es el Nuevo Orden Mundial del que tanto hablaron los Bush, padre e hijo, sus adláteres, socios y aliados, camino expedito a los abusos conocidos. Con protagonistas musulmanes, siguieron más atentados terroristas como los de Bali, Londres o el 11M de Madrid que fortalecían las fantasías paranoicas de los ciudadanos del mundo.

Mucho ojo: el terrorismo real sí está activo y, sin duda alguna, hay que combatirlo con determinación e inteligencia. Los resultados de la "guerra contra el terrorismo" no son alentadores, dicen los especialistas.

Muchos analistas cavilan acerca de los beneficiarios del 9/11 y las políticas mundiales surgidas en consecuencia. No señalan a las organizaciones terroristas o a sus cómplices.

Por el contrario, apuntan a ciertas empresas que se vieron favorecidas con los contratos de reconstrucción de Irak, la banca internacional, las de seguridad, los fabricantes de armamentos o las petroleras.

Es oportuno recordar que los Bush y los Ben Laden son socios comerciales en la explotación del petróleo en Arabia Saudita, y que Osama fue reclutado para la CIA en 1978 por los saudíes para sabotear a los ejércitos rusos en Afganistán por instrucciones de Bush padre, quien acababa de dejarla dirección de esa agencia; también, que Saddam Hussein también estuvo en sus filas desde 1959 como gatillero; que las relaciones Bush-ben Laden son inmejorables y sus negocios siguen floreciendo.

¿Quién, entonces, estuvo detrás de los atentados del 9/11? Los investigadores independientes aseguran que Al Qaeda no actuó sola ni tenía el poder de destrucción demostrado ese día. En internet hay muchos videos que muestran extraños fogonazos de los aviones, que parecen de utilería, muy poco antes de chocar contra las Torres Gemelas; estos edificios caen por cargas explosivas programadas, al igual que el edificio No. 7, pero éste no fue impactado.

En el Pentágono no hay pruebas de avión alguno (un video oficial muestra algo similar a un misil impactando en ese edificio); no está claro qué sucedió con el vuelo 93 en Shanksville.

Los árabes de los atentados no estaban adiestrados para conducir esos aviones, y mucho menos con tanta destreza; es improbable que ellos colocaran las cargas de explosivos en los edificios, que falsearan un ataque al Pentágono o que le dispararan misiles de alta precisión.

El cierre del espacio aéreo decretado por G W Bush no operó para la familia Ben Laden, que pudo abandonar el territorio estadounidense en aviones privados, sin problema alguno mientras miles de pasajeros quedaban estancados en los aeropuertos.

Y esto no lo dicen los comunistas, los musulmanes o sus cómplices. Son occidentales quienes lo dicen, especialmente norteamericanos: ex funcionarios, periodistas, académicos o investigadores, cansados de las cínicas patrañas de los poderosos que tanto daño causan a la humanidad. Guerra es guerra, y los perdedores son muchos más que los ganadores, que siempre se quedan con el botín.



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