Carlos Eduardo Caicedo Omar: el alcalde que Santa Marta necesita

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Alfonso Vives Campo

Alfonso Vives Campo

Columna: Opinión

e-mail: alfonsovivescampo@hotmail.com



Santa Marta merece que sus hijos depongan los intereses mezquinos y concurran el próximo 30 de octubre a escoger a quien ha demostrado con hechos palpables ser excelente ejecutor y líder capaz de convocar, promover y articular a los distintos actores locales para convertir sus sueños en realidades.

Es la gran oportunidad de impulsar a este distrito hacia otra etapa de la historia en la que se derribarán los imperios y formato de la veterana política, sus nefastos procederes y sus secuelas ominosas que enervan el desarrollo de una comunidad ávida de buen gobierno.

Es un hombre obsesionado y comprometido con nuevos valores y nuevos propósitos, que sin lugar a equívocos sepultará las viciadas prácticas que tanto dolor y pobreza nos ha generado, los que lo conocemos sabemos que es un semejante apertrechado de ideales y de carácter que pretende construir junto y sin exclusiones los sueños que hablan de la decencia de las personas, de la vida, de la educación, del avance de la cultura como referentes éticos para cimentar políticas públicas, acción ciudadana y progreso, siendo éstas las bases para producir innovaciones y convertir las promesas en escenarios, reflejados en la creación de nuevas prácticas y en la manera de concebir la gestión pública, para obtener los objetivos planteados: así lo demostró a su paso por Universidad del Magdalena, la cual catapulto a contextos superiores tanto en el campo académico como científico e investigativo, hasta posicionarlas como una de las mejores centros de formación profesional del país.

Hablar de la cacería de brujas de que ha sido víctima es una vergüenza para la justicia y un capitulo ya cerrado, favorablemente para Carlos Eduardo Caicedo Omar; empero, los ultrajes, las calumnias y consejas no cesan en el esquizofrénico afán de cortarle el paso a quien tiene una visión estratégica de desarrollo para esta capital, además de ser un administrador apto e inteligente para enfrentar exitosamente los desafíos que plantea el contexto global y los retos de convertir las ventajas comparativas de que goza el Distrito de Santa Marta en competitiva y asimismo, por ese conducto elevar la calidad de vida y alcanzar un desarrollo humano sostenible para la primera y mayor de todas las ciudades colombiana.

El ciudadano de a pie no debe desaprovechar esta coyuntura feliz de tener un aspirante a la alcaldía de las excelsas calidades de Caicedo Omar, conocedor de sus problemas, que ha construido un diagnóstico a través de la percepción ciudadana, alternados con sondeos y consultas a expertos, mediante la metodología del análisis estructural, cuyo mandato se orientará "hacia unos valores: honestidad, liderazgo, compromiso, participación, corresponsabilidad, principios estos fundamentales, que se soportan sobre tres plataformas: conocimiento (educación, innovación, aprendizaje colectivo), liderazgo compartido y reordenamiento del territorio…"

Leer el programa de gobierno de Carlos Eduardo Caicedo Omar, es realmente reconfortante, lo que indica que ha estudiado con fervor sus dolamas y revela las limitantes que hay que remover para trocar a Santa Marta en un "distrito gobernable, participativo y seguro, que promueva la cultura ciudadana, la defensa del interés colectivo, el respeto de los dineros públicos, y diseñe y ejecute un proyecto integral de ciudad para el mediano y largo plazo de cara al cumplimiento de los 500 años de su fundación".

Es incuestionable que al sacudirse los obstáculos acotados la ciudad aprovechará sus ventajas y potencialidades, consecuentemente, con lo cual se avivará el espíritu emprendedor de los ciudadanos y se crearán los empleos en la cantidad y la calidad suficiente como para propiciar la contracción de la pobreza y la desigualdad.

Dentro de esos proyectos y estrategias previstas por el doctor Caicedo está convertir a Santa Marta en una circunscripción competitiva y con más oportunidades, que sea un verdadero destino para el turismo sostenible internacional, para las inversiones empresariales y para la formación superior como principales fuentes generadoras de empleos, de manera que todos aprovechen las ventajas y potencialidades tanto estratégica como ambientales que la ciudad posee.

Una ciudad emprendedora que apoya las microempresas y las medianas empresas mediante los centros de desarrollo empresarial, que contribuya a generar riqueza y empleo productivo.

El anterior es apenas el abreboca del programa de gobierno del aspirante a la alcaldía Dr. Carlos E. Caicedo Omar, quien se esforzará en "devolverle el valor a la dimensión ambiental, privilegiando acciones de conservación, recuperación y sostenibilidad, para que disfrutemos de un entorno más amable, con espacios para el encuentro y disfrute ciudadano; un distrito que proyecte la construcción de un gran parque urbano, de andenes y alamedas para caminar, ciclo rutas para todos, una moderna y adecuada movilidad, vías arborizadas, eco parques rurales, un sugestivo parque lineal sobre el rio, y una franja costera ordenada con playas para el disfrute colectivo".

Lástima sí que el espacio sea limitado y no poder explayarnos sobre aspectos de mayor interés, pero lo cierto es que solo usted, amigo lector y ciudadano, está la decisión de escoger el destino que queramos para la presente y futura generaciones, pues lo demás no son sino dislates y aventuras demasiadas onerosas para la ciudad más antigua de América.

Es urgente elegir bien; elegir a un ciudadano con autoridad ética y moral, un hombre de carácter, probado en mil batallas, una persona dada a soñar con los pies sobre la tierra y con las agallas y las neuronas suficientes para convertir esos sueños en evidentes y tangibles realidades, que sin ser el proverbial Rey Midas, transmute la ciudad como lo hizo cuando recibió de su antecesor el playón denominado Universidad del Magdalena y luego de su gestión, mucho esfuerzo, luchas inefables y sacrificios inconfesables, logró engrandecerla a contextos superiores en todos sus formas y talantes.